Suspiré antes de aceptar su oferta, ya de perdidos al río. No pasaba nada porque Mark me llevara a clase. Aunque le notaba de un humor demasiado alegre como para haber perdido contra mi hermano hace nada más dos días. Debía ser porque el positivismo que tenía hoy no me permitía ver la parte fea de la vida.

Llegamos al aparcamiento y me subí en el asiento del copiloto, una vez dentro, Mark encendió el motor y ninguno de los dos pronunció una palabra hasta que salimos de allí.

— Se te ve bien.

Soltó una carcajada y me miró fugazmente.

— Yo siempre me veo bien.

— Idiota, me refería al humor que tienes hoy. Y no siempre te ves bien.

Idiota.

— ¿Cuándo es eso si se puede saber?

— Dedícate a conducir —le respondí y sonrió.

Como ninguno de los dos hablaba me puse a pensar en él, pero no en Mark, si no en lo que pensaba sobre su tía. Algo tenía que haber cambiado en sus pensamientos para que ahora estuviera así conmigo.

Empecé a ver la fachada de la universidad y las manos me empezaron a temblar de los nervios que tenía encima.

— Seguro que te va genial —dijo Mark para tranquilizarme un poco—, vas a conocer a gente nueva, hacer amigos quizás.

— Ahora mismo creo que solo quiero volverme invisible.

— Eso solo me pondría más difícil admirarte.

Me dijo y noté como mis mejillas de debían de estar ruborizando. Mark aparcó enfrente de la universidad y me quedé en el coche mientras veía a gente por todos lados entrando y saliendo de la facultad.

Cogí una gran bocanada de aire antes de atreverme a salir del coche, sentía que todo el mundo que estaba cerca me estaba mirando, no sabía si por el coche o por la persona que iba dentro de el.

— Avísame cuando tenga que venir a buscarte.

Asentí, sinceramente eso era lo máximo que podía hacer ahora mismo. Me puse bien mi mochila de fjallraven kanken roja y me obligué a andar hasta dentro, el interior era enorme y estaba lleno de alumnos por todas partes. Mi primera clase era de estadística económica, me encantaban los números y la verdad que siempre encontré matemáticas como mi asignatura favorita, pero había oído mil barbaridades sobre la dificultad de las materias en la universidad, decir que estaba aterrorizada era poco.

Entré en mi primera clase, no fue para tanto la verdad me esperaba que fuera más impresionante. Durante el resto de la mañana me las tuve que arreglar para encontrar las aulas. Me animé a hablarle a una chica en mi tercera clase, pero tampoco me hizo mucho caso. Pasé un descanso que teníamos para comer sola mientras mucha gente se iba a la biblioteca, me crucé con un compañero de clase de mi antiguo instituto y recé para que no me reconociera, seguí mi camino por la universidad y me metí en mi última clase, derecho mercantil.

Esta última se me hizo más difícil de soportar que las otras, pero como estaba ilusionada por ser mi primer día intenté prestar atención en todo momento, eso iría cambiando a lo largo del curso, lo daba por hecho.

Salí del aula y le mandé un mensaje a Mark, que estuvo en nada delante de la universidad y con un café para mí.

— Cualquiera diría que intentas conquistarme Laurent —si él me seguía llamando por mi apellido, yo haría lo mismo.

— Black, nací para eso.

— Ummmm, no sé yo. Por ahora no me has hecho sentir nada.

Me miró de una forma bastante perversa.

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