¿De nuevo a Mercedes?

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Mi padre no debía de tener ni una mínima idea de que estaban saliendo, y si la tenía, Harry iba a estar desheredado en poco tiempo, me pregunto si yo lo estaré ya. Tampoco es que me importe el dinero de mi padre, la mayoría está manchado de sangre y trampas.

Me senté en una silla y vi cómo se movían las manecillas del reloj del salón, miré el teléfono y tenía unos mensajes de Josh.

Lisiado favorito:

Princesaa.

A qué hora vas a reunirte con tu madre?

En 20 minutos.

Le contesté y cerré el teléfono, decidí salir ya e ir en coche hasta la cafetería donde había quedado con ella. Agarré las llaves de la mesa de la cocina, me puse un abrigo largo y tuve que volver a subir a por una gorra para ponerme.

— Aquí solo hay gorras de Mercedes.

Dije para mí misma rebuscando en el armario de Harry, iba a reunirme con mi madre en un Mercedes, con una gorra de Mercedes, cualquiera que mi viera podría decir que me llevo bien con mi padre.

Espero no encontrarme con Mark o con Addie, si es que está aquí.

Cogí la gorra que más escondida tenía la marca y me fui.

Llegué hasta enfrente del restaurante en poco tiempo, no veía a mi madre por ninguna parte, también hacía mucho tiempo que no la veía, no iba a ser tan fácil de reconocer, al igual que yo con mi nuevo pelo y con la gorra que no me disimulaba casi nada.

Pensándolo mejor, empecé a buscar cualquier tipo de gafas en la guantera de mi hermano y encontré unas de ver con una pequeña fisura en el lateral del cristal izquierdo.

Vi como entraba una mujer al bar y supuse que sería mi madre, me bajé, crucé la calle y me metí en el restaurante, en ese instante vi a mi madre sentada en una mesa siendo atendida por un camarero.

Me acerqué a su mesa cuando se fue el chico.

— Hola hija —me dijo en un tono frío—, no tenemos mucho tiempo para hablar, está tu amiga aquí.

Inspeccioné el interior del bar intentando encontrar a alguien conocido, pero no me sonaba la cara de nadie.

— No conozco a nadie de aquí.

— Más te vale no hacer algo en mi contra —mi madre, tan dulce como siempre, se me quedó mirando el pelo— ¿Disfrutas rompiendo las tradiciones familiares verdad?

— Es mi pasatiempo favorito.

No lo decía en broma, cualquier cosa que fastidiara a Matthew Black era bienvenida a mi vida.

— Tengo imágenes de ese día.

Con ese día se debía referir al accidente de los Laurent.

— ¿Desea algo la señorita?

Vino el camarero a traerle un café a la mujer que me engendró, como odiaba que me llamaran señorita.

— No gracias.

Le respondí con una sonrisa y mi madre se me quedó mirando. Seguía siendo la misma mujer amargada de siempre, estar a su lado me producía asco, era como mi padre en versión más calmada, menos sanguinaria pero igual de repelente.

Tenía razón con lo de que no había cambiado.

— Después de ese día solo me enfoqué en encontrar cualquier prueba incriminatoria contra tu padre.

— ¿Cómo puedo saber que esto no es una trampa de él?

Vi como mi madre se reía por lo que acababa de decir y se me revolvió el estómago.

— ¿No sabes lo que quiero verdad? —me preguntó en un tono muy irritante, negué con la cabeza—. Cuando tu amiguito y tú metáis a mi exmarido en la cárcel, yo me quedaré la mitad de su fortuna.

Como si fuera tan fácil que el banco le diera millones de libras a la exmujer de un delincuente por amor al arte.

— ¿Cómo piensas hacer eso exactamente?

— Yo no lo voy a hacer, lo vas a hacer tú.

Ahora era yo la que se reía.

— No te daré las pruebas hasta que consigas alguna manera de hacerlo.

Me miró seriamente.

— Lo que me pides es imposible.

— Tienes hasta el domingo de la segunda semana de diciembre.

El día donde se acababa la temporada, mi madre se bebió el último sorbo de su café y me dejó ahí, mi vida mejora por momentos, cualquier día me cambio el nombre y me mudo a una granja de Estados Unidos.

Iba saliendo del restaurante y me fijé en una chica cubierta por una bufanda, no la reconocí, aunque su mitad visible de cara me sonaba a alguien conocido. Cerré la puerta y me fui de ese local.

Meredith

Amelia asquerosa y repugnante Black se acababa de bajar de un Mercedes prácticamente nuevo, no era más que una perra de doble cara.

Gracias a mis estudios de psicología sabía perfectamente que Mark y ella aún se querían, me podría aventurar a decir que no podrían para de pensar el uno en el otro. Y es que por mucho que defiendan su odio, las personas a las que odiamos son en las que más pensamos.

Se sentó con una señora de unos cuarenta o cincuenta años, llevaba una gorra de Mercedes, si es que voy a disfrutar contándole esto a Mark, Amelia se puso a mirar para todos lados y decidí cubrirme con mi bufanda y detrás de mi ordenador que estaba apagado.

No escuchaba de lo que hablaban, pero eso era lo de menos, la muy ridícula se había puesto unas gafas que le quedaban entre mal y peor, con todo el dinero que tenía y no se podía comprar unas que le quedaran bien, yo si fuera ella tendría un armario mejor, eso seguro.

Josh también estaba demasiado obsesionado con ella, no de la misma forma que Mark, pero odiaba que fuese tan amiga de Josh antes del accidente, a mí me echaba de casa de Mark cada vez que podía, por no hablar de Addie, esa chica sí que estaba mal.

Todo el mundo decía que era guapa y las revistas la elogiaban, definitivamente no se merecía esos cumplidos, a donde se creía que iba con ese pelo, se empezó a reír de algo que dijo su acompañante y el sonido de su risa podría dar arcadas a cualquiera.

Su madre le dijo algo y se fue, me arrimé bien a la esquina donde estaba, ya se me quedó mirando nada más entró aquí. Poco después salió Amelia y me volví a cubrir bien con mi bufanda.

Nada más llegar a casa de Mark le iba a contar todo lo que vi, y a Josh otro tanto, iba a conseguir que la odiaran de verdad, para algo me había contratado Leonor.

Me quedé mirando fijamente como se iba en su coche.

Amelia Black, tú y yo nos vamos a ver las caras en Bakú. 


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Bueno ya conocéis a Meredith.

Estoy en semana de exámenes, pero intentaré subir los capítulos los Lunes, Jueves y Sábados Don't worry.

Por cierto, el 14 el cumpleaños de Amelia y el mío jeje, eso y que hemos llegado a 100K de lectores lloro, os amo muchísimo.

Mónica 

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