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Salgo al pasillo y me apoyo en mi casillero para esperar a que Emma salga de su salón y pasar el rato juntos

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Salgo al pasillo y me apoyo en mi casillero para esperar a que Emma salga de su salón y pasar el rato juntos. La semana pasada luego de arreglar las cosas me sentí en una fase como la que llaman luna de miel, sin embargo, el viernes Emma comenzó a actuar un poco más extraña porque iba a conocer a Jeremías, el hombre que podría ser su padre. A pesar de que le insistí que me dejara acompañarla por seguridad, se negó repentinas veces así que le tuve que hacer caso, aunque hoy conoceré al misterioso hombre.

Emma sale y se va directo a su casillero a guardar uno de sus libros. Dos chicas la miran desde el casillero que hay enfrente y cuchichean mientras se ríen de ella, algo que la rubia parece notar, porque se gira a mirarlas, sin embargo el parcito desvía la mirada. Una vez más Emma se entierra dentro de su casillero y las risitas comienzan, por lo que me acerco de manera sigilosa a averiguar qué es lo tan gracioso.

En la espalda se Emma hay un papel con la palabra huérfana en él ¿Es en serio? ¿Acaso están en primaria como para caer en una broma tan baja como esa?

Emma cierra su casillero de golpe y se gira enojada al par. Me apresuro a abrazarla de manera rápida para intentar quitar de manera disimulada el papel y evitar que se meta en problema por esas dos.

—Hola chicas —le digo al par —¿Algún problema con la chica más guapa de este colegio? —miro a Emma.

—Bru... Bruno... —intenta decir una.

—¿Sabían que Emma es muy buena dando golpes? —le doy un beso en la mejilla a la rubia —Solo quería que lo supieran —le digo al parcito —Ahora largo de aquí —digo en un tono un poco más duro.

Emma se separa de mí y se cruza de brazos para mirarme con una de sus cejas arqueada.

—No necesito que me defiendas, Andreotti.

—Lo sé —le sonrío —Pero quería evitar que terminaras en la oficina del director —me encojo de hombros —Sé que sabes defenderte.

—Lo dejaré pasar —voltea los ojos y comienza a caminar.

—Me encanta que seas tan dulce —bromeo siguiendo sus pasos.

—No quiero nada de bromas hoy —dice en tono de advertencia.

—Lo sé —camino a su lado —¿Estás nerviosa?

—Bastante —murmura —¿Puedo arrepentirme? —se detiene para mirarme.

—Puedes, pero si lo haces te quedarás con la duda.

—Tienes razón —suelta un suspiro —No es necesario que me acompañes.

—Pero quiero hacerlo —doy un paso a ella y la atraigo a mi cuerpo —No te voy a dejar sola.

—Eres muy dulce si te lo propones —se ríe.

—No vuelvas a repetir eso —me separo un poco de ella para mirarla al rostro —Podrían dejar de tenerme respeto.

—Claro, no hay que dejar que Bruno Andreotti parezca débil —voltea los ojos divertida.

Las Notas De Bruno #2 Where stories live. Discover now