Las Notas De Bruno #2

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Aviso: Capítulo un poco más Wow y un más extenso de lo normal.

Me termino de vestir y me acerco a Emma para darle un beso antes de irme. Arriesgándome a que vuelva a reclamar porque aún no nos hemos lavado los dientes y nuestros alientos están fatal.

—Nos vemos más tarde —le recuerdo.

—Ya lo sé.

Le sonrío y salgo por la adorada ventana que siempre está dispuesta a recibirme cada vez que vengo a visitar a Emma. Tengo la duda de si alguno de sus vecinos me habrá visto escabullirme en la habitación de la chica, porque han sido varias veces las que he estado aquí.

Al llegar a casa, lo primero que veo es a mamá tomarse un café, una imagen que estoy acostumbrado a ver cada vez que paso la noche fuera y llego en la mañana.

—Hola, Walker —la saludo dejando un beso en su mejilla —¿Dónde está Neels?

—Durmiendo —se encoge de hombros. —Quiero hablar algo contigo —señala el taburete frente a ella.

—¿Sí? —arqueo una ceja.

—Sabes perfectamente que a tu edad yo estaba embarazada —asiento —Si algún día eres padre joven tendrás todo mi apoyo, pero aun así siento la responsabilidad de decirte que te cuides.

—¿A qué viene esto?

—Has pasado la noche fuera por estar con una chica —me recuerda —y no es la primera vez.

—¡Mamá! —exclamo un poco avergonzado —No... no quiero hablar de eso. Además, no pasa nada.

—Vale, si no quieres hablarlo conmigo, lo harás con Neels.

—Pero, mamá...

—Es parte de tu proceso de adolescencia —toma un sorbo de café —Ahora largo de mi vista —se ríe —Porque te has puesto rojo como un pomodoro y no quiero avergonzarte más.

¡Agh, Walker! Tú si sabes como burlarte de tu propio hijo.

Me encierro en mi habitación y como es de costumbre, tomo mi cuaderno para escribir algo dentro de él, pero en este momento sintiendo una mezcla de sensaciones distintas.

Ni siquiera sé qué escribir con exactitud, porque me siento en una montaña rusa. Estaba en la cúspide cuando caí en picada sin previo aviso, para luego volver a sentir la adrenalina recorrer mi cuerpo. Eso es lo que me provoca Emma, estar en una constante montaña ubicada en la oscuridad, ya que no me permite ver más allá y de la nada me puedo sorprender con una curva.