Las hojas en blanco eran mi refugio, dejar mis pensamientos a través de las letras me mantenía cuerdo por la vida. Las notas de Bruno eran mi verdadero yo, sin embargo, de un momento a otro ella comenzó a llenar mis hojas en blanco con su sonrisa, p...
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Ava pasa sus manos de manera suave por mis hombros, y cierro los ojos dejando que haga de las suyas en mi cuerpo. Hoy amaneció menos odiosa, así que hemos estado bien en todo lo que va de la mañana. Solo espero que siga así.
—Tus masajes son los mejores —digo un poco embobado.
—¡Yo también quiero! —se queja Clemente.
—Dile a tu novia —responde Ava —No toco a hombres ajenos.
—Ahora dices eso —murmura divertido.
Otro dato importante, Ava también se ha metido con Clemente, pero desde que tiene novia no se le ha acercado con otras intenciones, bueno, solo una vez. Con Clemente nos enteramos en el verano que ambos habíamos estado con ella, pero no nos enojamos ni nada por el estilo, ya que para ninguno de los dos había sido algo serio, sino que mera diversión.
—Cierra la boca, Clemente —se queja Ava.
—Tú eres la que no sabe controlar su boca —se burla el chico de cabello oscuro.
—Maduren —suelto una risita.
Ava deja su trabajo en mis hombros para lanzarle un golpe a Clemente, quien la esquiva, lo que hace que la chica se frustre aún más.
—¿De qué me perdí? —pregunta Alan sentándose a mi lado.
—Hablábamos de que Ava no sabe controlar su boca —responde Clemente riendo.
—¡Ya para! —se queja ella.
—¿Quieres acostarte con Alan también? —se burla el chico de cabello oscuro.
—¡No eres mi tipo, Ava! —dice el rubio.
—Son unos odiosos —Ava se pone de pie —me iré al salón.
—¡Hey! —reclamo —mi masaje.
—Dile al estúpido de Clemente que siga —dicho eso baja a zancadas de las gradas.
—Me quedé sin mi masaje por tu culpa —le digo a Clemente.
—Nenaza —se burla el chico a mi lado.
—¿Dónde estabas? —le pregunto a Alan, ignorando a Clemente.
—Nada importante —lo miro con una ceja arqueada esperando una respuesta clara —estaba con Emma —murmura —Algo sobre el taller de música.
—Me ha ignorado todo el día —suelto de repente. Pensé que después de ayer no me iba a ignorar.
—¿Quién carajo es Emma? —pregunta Clemente.
—La rubia —responde Alan.
—¡Oh! La rubia —repite Clemente —lo había olvidado.
