Fruncí el ceño al ser consciente de ello, mas negué con la cabeza al sopesar lo estúpido que sería pensar que algo malo estaba sucediendo. En cambio, llevé la conversación por otro camino, cualquier cosa era mejor que pensar en estúpidas conclusiones.

Dos días pasaron desde mi charla con el hada y podría jurar que hasta la había visto mordiéndose las uñas de la ansiedad. Caminaba de un lado a otro sin cesar. Incluso una tarde, luego de almorzar, se adentró al bosque y volvió cuando la luna se cernía sobre nuestras cabezas, muy fatigada y oliendo a sangre fresca. Asumí, o creo que todos asumimos, que había estado de cacería, intentando llenar su vacío interior con animales.

—Muchachos, creo que ya es hora de partir —dijo Haru unos minutos después de levantarnos.

—¿Tan pronto? Me gustaría esperar un día más antes de ir a ver a esos pulgosos —acotó Castiel, al que la sola idea de ver a los líderes le revolvía el estómago—. Además, esta belleza necesita más horas de sueño para ser efectiva —dijo, señalándose a sí mismo.

—Ni con cien mil horas de sueño podrías arreglar tu rostro —gruñó Alhaster en la cabeza de todos y me mordí la lengua para no reír.

Por supuesto, como era común, mi padre tuvo que detenerlos antes de que hicieran algo tonto. No era posible tener una charla sin contratiempos, pero eso mismo era lo que hacía de nuestra travesía, un viaje como cualquier otro.

—Yamato, ¿Cuándo crees que llegaremos? —preguntó Cassie una vez que todos nos pusimos a guardar lo que nos llevaríamos.

—Supongo que mañana temprano o más tarde, cuando se ponga el sol, nos encontraremos con Brennan a mitad de camino. Desde allí él nos guiará, por lo que pasado mañana ya estaremos pisando territorio de licántropos.

Cassie asintió con vehemencia y regresó a su lugar, a la vez que mi padre sacudía la cabeza sonriendo.

***

Había olvidado cuán aburridas llegaban a ser las caminatas hasta los reinos. Horas y horas sin pronunciar una palabra, y los nervios a flor de piel por si algún ataque sorpresa nos esperaba.

—No veo la hora de que sea luna menguante y poder abrazarte —dijo Alhaster de la nada en mi mente.

—¿Y eso a qué viene? —repliqué sintiendo mis mejillas arder.

—De nada, solo quería decírtelo —respondió con voz seductora—. ¿Qué tal si viajas conmigo? No me gusta tenerte tan lejos.

—¿Sabías que somos dos criaturas separadas, cierto? —dije y un gruñido resonó por el área, llamando la atención de todos—. No puedo creer que hicieras esto.

Tuve que explicar que no pasaba nada y, como tampoco me gustaba saberlo tan lejos, terminé por aceptar su oferta. Descendió a mi lado y se recostó un poco para que pudiera subir. Me aferré a sus escamas, a las que ya me había acostumbrado, y seguimos nuestro camino desde las alturas.

El día le dio paso a la noche y tuvimos que levantar un campamento improvisado, aunque no tuve la necesidad de buscar donde descansar, ya que dormí sobre el lomo de Alhaster. No pensaba bajarme de él hasta que llegáramos al edificio del Consejo y él estaba más que contento con mi decisión.

Al día siguiente, Haru nos hizo despertarnos muy temprano, apenas había salido el sol, y solo a comienzos de la tarde, cuando llegamos a un prado desolado y sin vegetación, se detuvo y dejó caer su bolsa con sus pertenencias en el suelo.

Desconcertado, Castiel le preguntó qué estaba haciendo.

—Este es el punto de encuentro que acordé con Brennan. Si seguimos, corremos el riesgo de ir por otro camino y en lugar de terminar en el Consejo solo encontraremos un gran río.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Where stories live. Discover now