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『Una promesa 』
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Me adapto a su posición y sujeto su mano, mirando incrédula la joya que sostiene. No se compara a lo que he usado nunca o siquiera a lo que él me ha obsequiado antes —incluyendo el collar de horas atrás—, es simplemente elegante y a su vez, nada pretencioso.
—¿Hablas enserio? Quiero decir... tú y yo...
—Me estuve preguntando todo este tiempo... —toma mi mano izquierda demasiado sutil para colocarme el anillo, tanto, que su tacto parece una caricia— ¿si quieres conocer el resto de Italia conmigo?
Las lágrimas empiezan a deslizarse a través de mis mejillas, gesto, que se siente liberador. Cómo si el cúmulo de casualidades entre nosotros, tenían que concluir aquí, para dar un nuevo inicio a la historia de este diavolo y este demonio.
—La Lia de aquel día en mi habitación, estaba equivocada. Al final, los italianos terminaron siendo mi tipo —rio dichosa.
Sonríe orgulloso ser él y nadie más. Continuamos disfrutando de la pequeña fiesta que ha hecho para este momento, tal como si fuéramos un par de adolescentes.
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La melodía lenta de un piano, me despierta a mitad de la noche. Descalza, sigo la melodía, llevándome a la sala de estar, para encontrarme a Vincenzo, tocando una melodía que podría reconocer inclusive en sueños.
Bésame mucho.
Camino en puntas, acercándome sigilosa para que al momento de tomar asiento a su lado, toque las notas de fondo. No se detiene a pesar de sonreír por mi acompañamiento, procura llevar mi tempo que aún es más lento y atrayente.
—También tocas el piano —afirma nada sorprendido—. ¿Reconoces esta canción?
El tempo es rápido a comparación de la anterior, sin embargo, cualquiera podría identificarla debido a su popularidad.
