Rất tiếc! Hình ảnh này không tuân theo hướng dẫn nội dung. Để tiếp tục đăng tải, vui lòng xóa hoặc tải lên một hình ảnh khác.
『 El cumpleaños del consigliere 』
Toda adrenalina ha dejado mi cuerpo. Estoy agotado físicamente pero en cuanto a emociones, no estoy sintiéndome bien.
Cuando he llegado a un costado del aeropuerto, el señor Cho está ahí esperándome fuera de su auto, junto con Ahn.
—Siento llegar tarde —digo, trotando hasta estar cerca suyo.
—Llevé al equipo de investigación a Busan.
—Toma. Tu pasaporte coreano —Ahn me lo entrega—. Debes pasar por Migraciones en treinta minutos. Hasta entonces, los antecedentes y el reconocimiento facial estarán vinculados a esa foto.
—Luego de los treinta minutos, se vincularán a usted, así que apresúrese —agrega el señor Cho.
—Gracias, muchachos.
—Debes agradecerle al director Tae, no a nosotros.
—Agradécele de mi parte.
—Si no puedes regresar... llámanos algún día —Ahn afloja su rostro, enseñando una sonrisa triste. No se reprime en abrazarme.
—Gracias —es lo único que puedo decir.
Estoy por subir al otro auto cuando el claxon de otro, me impide hacerlo. Doy media vuelta para ver qué detrás del cristal, están Chayoung y el señor Nam. Ambos bajan y corren desesperados.
Sé que iba a ser una locura que Lia también bajara de ahí corriendo directo a mis brazos para despedirse pero, quise ser un tonto al creerlo.
—No deberías estar aquí —digo sin oírme grosero.
—Estoy bien y ella también lo está —dice en el tono más sereno. Siento un pinchazo en mi pecho—, aunque supongo eso ya lo sabes.
—Cuídense, aún tienen cosas qué hacer.
—Vamos a echarte de menos... —su labio inferior le tiembla— ella va a extrañarte mucho. Lo sabes, ¿no?
Obvio que lo sé.
—Y yo voy a extrañarles también. A todos.
—Señor, no hay tiempo —avisa el señor Cho.
Corro en dirección a su auto, no quiero mirar atrás porque ver sus rostros afligidos va a dificultar el proceso de despedirme. Avanzamos, adentrándonos a la terracería y perdiéndonos ante la oscuridad.
Repito en mi mente una y otra vez «no vendrá» pero cuando doy un vistazo por el espejo retrovisor, me parece verla despidiéndose con un sutil movimiento de mano.
Y como decía aquella línea del libro: "Si decides irte, te llevas mi amor y deseos contigo".
