𝚇𝙻𝚅𝙸 - 𝙸𝚕 𝚗𝚘𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚞𝚕𝚝𝚒𝚖𝚘 𝚐𝚒𝚘𝚛𝚗𝚘

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『 Nuestro último día 』

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『 Nuestro último día 』

Jamás una espera me había resultado tan larga. Zapateo el mosaico frío del suelo, esperando a que algún doctor salga a decir cómo se encuentra.

Solo falta ella... Chayoung y Jang Han-seo, están recuperándose.

—Disculpe, ¿es usted su familiar? —dice una mujer con uniforme de enfermera. Asiento sin vacilar—. Necesitamos un donador de sangre urgente. La paciente ha perdido mucha, hemos usado una reserva pero, no es suficiente.

—¿Cuál es su tipo sanguíneo?

—Es A-. Si conoce de alguien que pueda...

—Yo lo haré. Soy donador universal —duda un poco. Revisa superficialmente mi estado físico para asegurarse si puedo hacerlo.

—Sígame por aquí.

Me conduce hacia la habitación que adaptaron para su recuperación. Es acogedora hasta cierto punto —pedí la mejor— y tiene cierta similitud a la que tuve yo cuando estuve aquí.

Hacen sentarme en un sillón cómodo a lado de su camilla; otra enfermera se encarga de preparar mi brazo e introduce la aguja para que mi sangre fluya través de la manguera. Mientras esto se lleva acabo, contemplo su rostro pálido y hermoso.

Quiero tocarla pero no puedo.

—Voy a dejarle. En caso de ocurrir algo... puede presionar el botón rojo a su costado derecho.

La enfermera se va, entrando en su lugar el señor Nam junto con el señor Cho. Sus miradas viajan hacia donde ella está reposando.

—Él... ¿le hizo eso? —su consternación es mayor a la que esperaría de él. Yo solo me limito a asentir—. Señor Cassano, ¿qué hay de Chayoung?

—Ha recibido una bala en el hombro pero está estable —respondo—. Me gustaría que usted cuidara de ella y que se comunique con la señora Hee-soo para cuidar de Lia.

—Muy bien. Entonces, iré a su recámara.

Se despide dejando unas flores en una mesita rumbo hacia la puerta. El señor Cho, me entrega mi maletín con ciertas cosas en específico que le pedí a través de un mensaje:

•Arma;
•Silenciador de arma;
•Pasaporte viejo;
•Anillo, reloj, aretes, collar y
•Poemario de mamá.

También él se despide para hacerme el último favor, porque sin dudas después de acabar con todo esto, la Interpol va a repatriarme a Italia y no habrá manera de volver aquí.

Cojo el poemario, busco la página resaltada que mamá dejó —uno sobre amor— y a pesar de el evidente estado de Lia, deseo leérselo:

«Ven, acércate», te digo,
quédate a vivir conmigo,
rompe tus principios en mi espalda,
nosotros, los viajeros de los trenes perdidos,
hemos encontrado al fin nuestro sitio.
Tú duermes en mí,
yo sueño contigo,
no queremos más mundo
que los pocos metros cuadrados que formamos
al abrazarnos.

In love with the devil〘Vincenzo〙Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon