Shanedville, un pequeño pueblo tranquilo, habitado por gente amable y siempre dispuesta a ayudar, hasta que un suceso los marca para siempre.
Mayo de mil novecientos noventa y uno, Rose y EJ, unos adolescentes cansados de sentirse amenazados, decide...
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Sábado, 4 de mayo de 1991
Por fin logro escaparme de casa, camino en las sombras con mi pequeña mochila, hasta el punto donde he quedado con EJ, por fin toda esta historia acabará.
Él está apoyado en el coche, se mueve inquieto, parece que al verme llegar todo su miedo se disipa y se acerca corriendo para abrazarme, besándome después.
—Dame esto —dice quitándome la mochila, la guarda en el maletero y toca suavemente mi barriga—. Llegó nuestro momento, familia.
—¿Lo tenemos? —pregunto.
—Sí, llevo el dinero en el bolsillo de mi pantalón, en mi cartera. —Vuelve a rozar sus labios con los míos—. Vamos, flor, nuestra nueva vida empieza hoy.
Comenzamos a avanzar hacia la salida norte del pueblo, pasando al lado del campo de fútbol, cuando vemos a una persona esperando en la parada del bus, la reconocería en cualquier sitio.
—¡Es Judy! —digo, lo dudo y al final le pido a EJ que pare el coche—. Necesito hablar con ella, por favor.
Para el coche y me pide que sea rápida, él baja detrás de mí, pero se queda a una distancia prudencial.
—¡¿Eres tú la que me amenaza?! —grita ella fuera de sí—. ¿¿Me habéis citado aquí para vengaros de mí??
—¡¡No!! —me apresuro a negar—. Nosotros... —dudo.
Ella nos mira, mira el coche y luego a nosotros de vuelta.
—¿Os vais a escapar? —pregunta dudando, asiento con la cabeza.
—Judy, ¿te están amenazando? —indago, y ella asiente atemorizada.
La abrazo, después de meses sin tener contacto con ella, la abrazo fuerte.
—Cuando comencé a darme cuenta de que algo no iba bien contigo, me agobié al pensar que había sido demasiado cruel —explica, pero sigue paranoica, examinando todo a nuestro alrededor—. Nick, el profesor Parker, me encontró en un momento de desesperación, me ayudó a sobrevivir durante las Navidades, ya sabes que siempre ha sido muy complicado en mi familia. —Asiento—. Quise hablar contigo para ver si las cosas podían ser como antes y entonces empezaron las amenazas, los intentos de hacerme daño.
