Prólogo

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La chica mira de reojo por el retrovisor mientras no deja de insistirle al joven conductor que apriete el acelerador.

—¡¡Joder!!, EJ, ¡¡corre más porque nos van a pillar en cualquier momento!! —lo apura nerviosa mientras siente las lágrimas quemar en sus mejillas a medida que bajan por ellas.

—¡¡Esto no tira más!! ¡¡No es mi culpa que el coche sea tan viejo!! —grita él.

Al notar cómo ella se tensa a su lado, se siente mal por haber levantado la voz y la observa de reojo pidiéndole perdón con la mirada.

—¿Y si damos marcha atrás y vamos a la policía? —pregunta la muchacha, nerviosa, con la voz ronca.

—Rose, ¿de verdad crees que siendo quienes son van a hacernos caso? La policía confiará antes en ellos y en su palabra que en nosotros. —Ella asiente con la cabeza.

Es de noche, el viento vuelve a hacer presencia en Shanedville, y nadie se imagina que la mayor tragedia de la historia en el pueblo está a punto de ocurrir. Los jóvenes siguen intentando escapar y ya les queda poco para lograr salir del pueblo, pero el coche que los persigue no les pone las cosas fáciles. En una de las curvas se acerca tanto que consigue darles un golpe con el morro en el parachoques trasero.

—¡¡JODER!! —grita Rose asustada agarrándose más fuerte al asiento.

—¡¡No nos dejarán de perseguir nunca!! —maldice el chico.

Ella observa de reojo a su acompañante, lleno de sangre y con la mirada fija en la carretera, tiene la ropa rota y llena de tierra. Recuerda lo sucedido hace apenas unos minutos y todo su cuerpo se estremece. Las lágrimas siguen descendiendo en silencio, se las limpia con las manos sucias porque ella está en un estado parecido; llena de arena y sangre, ropa sucia y rota. Después de muchos meses de desesperación, de momentos jodidos, de falsos rumores, de ataques y mentiras, han decidido huir del pueblo, vivir sus vidas lejos de esas personas que parecían nacidas del mismísimo infierno. Sin embargo, ellos parecen no estar contentos con simplemente perderlos de vista, no, quieren hacerlos sufrir, separarlos y que todo salga «según lo planeado», pero las circunstancias han dado un giro de ciento ochenta grados que los ha llevado a esta situación.

La chica se agarra fuerte al asiento mientras el coche no deja de dar tumbos de un lado a otro, EJ pisa todo lo fuerte que puede el acelerador del vehículo, pero este parece no responder.

—¡Eh! —llama la atención de la muchacha—. Te quiero, ¿vale? Te quiero sin importar lo que pueda pasar, eres y serás siempre mi razón de vivir, Rose.

—Por favor, EJ, no te despidas de mí, por favor... —susurra ella sin poder dejar de llorar.

—Pequeña flor, dime que me quieres, por favor —le suplica mirándola de reojo.

Ella alarga la mano para unirla con la suya en el volante.

—Te quiero, de aquí al infinito y volver —le dice apretándola, mira al frente de nuevo y un rayo de esperanza se instala en su pecho—. ¡¡Ya llegamos al puente!!

Un diario a la luz de la lunaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang