Shanedville, un pequeño pueblo tranquilo, habitado por gente amable y siempre dispuesta a ayudar, hasta que un suceso los marca para siempre.
Mayo de mil novecientos noventa y uno, Rose y EJ, unos adolescentes cansados de sentirse amenazados, decide...
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Sabor a despedida.
La noche del veintidós de abril celebramos una cena en nuestra casa, sabiendo que seguramente será la última.
—Guaperas —susurra Alyssa abrazándome por la cintura—, ¿vamos o qué?
Me giro sin permitir que me suelte, la abrazo acercándola a mí.
—Rizos, sabes que lo que siento por ti es real, ¿verdad? —Ella me mira fijamente asintiendo—. Me has enseñado el significado de la palabra amor, a querer sin que sea difícil o duela, disfrutar de la vida de una manera que no me hubiera imaginado nunca antes de ti.
Ella asiente sonriendo y se acerca para besarme suavemente.
—Mira que estás raro —susurra rozando nuestras narices de esa manera que tanto me gusta, como si fuéramos dos animalitos—. Sabes que me siento la persona más afortunada del mundo por haberte encontrado, ayudándome a eliminar un pasado que no creía posible y enseñándome realmente cómo se siente ese primer amor del que todos hablan.
Nos besamos, lenta y suavemente, disfrutando del otro hasta que Casper aparece apurándonos para volver.
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La cena es un éxito y, aunque insisto para que la rubia se quede a dormir conmigo, no cede. Mañana será un día lleno de emociones y yo solo quiero disfrutar de ella. Casper, Madison y Alyssa, puesto que esta tiene turno por la mañana para librar por la tarde, se van en lo que nosotras nos despedimos al lado de su coche.
Nos besamos, y ella entra cerrando la puerta y bajando la ventanilla.
—No te enfades, cabezona —dice mirándome—. Sabes que tengo que cuidar a mi hermano mañana por la mañana, y tú tienes cosas que hacer, nos veremos por la noche, ¿sí? —me recuerda.
—Lo sé —susurro, me agacho para quedar a su altura, rozando nuestros labios—. Es solo que no me puedo creer que mañana se acabe todo y me hubiera gustado celebrarlo contigo, te has resistido bien a mi trampa de seducción.
—Serás tonta. —Se ríe—. Eres tan increíble que ni siquiera eres consciente de ello, Hope, como bien dice tu nombre, has traído esperanza a mi vida.
—Recuerda que hiciste algo parecido conmigo, aunque sigo siendo un caos de persona. —La beso riendo.
—¡Venga!, ¡que tengo sueño! —se queja y rozando nuestros labios por última vez me aparto y observo cómo desaparece el coche.
Al entrar en casa mi hermano está sentado en la escalera, se levanta y me abraza.
—Mañana todo será diferente —susurra.
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Estos mellizos...
Os leo. ❤ ❤
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