DOPENESS ━━ OUTER BANKS

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Me desperté de un sobresalto y me quedé incorporada en la cama. Tenía la frente perlada de sudor y mi respiración agitada. Gruesas lágrimas caían por mis mejillas mientras trataba de calmar los latidos de mi corazón alterado. Sólo había sido una pesadilla. Otra más.

Miré la hora en el reloj de mi mesa de noche: las cuatro de la mañana. Otra noche más que sólo dormía una hora como mucho.

Era casi siempre la misma pesadilla. Rafe tenía una pistola y disparaba a Peterkin. Yo nunca estuve presente pero por alguna razón mi mente había creado la escena para que siempre se repitiera en la noche cuando yo dormía. Y después, yo corría lejos de él. Corría de él y de los gritos de mi madre. Pero cuando llegaba hasta el mar y me sumergía dentro de él para poder huir, me encontraba con los cuerpos inertes y sin vida de John B y de Sarah.

Yo intentaba subir a la superficie de nuevo y trataba de coger aire, y cuando creía que mi vida acababa, me despertaba.

Así que me levanté de la cama destapándose con cansancio y entré en el cuarto de baño de mi habitación. Abrí el grifo y inundé las palmas de mis manos hechas un cuenco de agua para después echarlo sobre mi rostro. Sequé mi piel sin muchas ganas con una toalla y me miré al espejo.

No reconocía a la chica que me devolvía la mirada en el reflejo del espejo.

Esa chica con el cabello marrón muy claro —casi rubio— enmarañado y descuidado, con la cara más delgada que antes, haciéndome parecer más fría y mayor, y sin brillo en los ojos adornados por ojeras bajo ellos no era Charlotte Thornton.

Al menos no la Charlotte Thornton que había sido a comienzos de verano.

¿Cómo habían cambiado tanto las cosas? Al terminar el curso anterior, yo lo tenía todo. Tenía a Sarah a mi lado, a mi hermano con el que discutía pero que en el fondo amaba, a Rafe —su versión dulce— y mi vida perfecta. Y ahora... ¿qué tenía? Nada.

Ahora no podía salir de mi casa sin supervisión. No tenía libertad. No tenía mi vida.

Ni siquiera podía ver a los Pogues. Lo último que me quedaba de ellos había sido esa despedida triste en la carpa del muelle del faro el día que John B y Sarah murieron en aquella horrible tormenta tropical.

Lo último que me quedaba era la sensación de los labios de JJ Maybank sobre los míos.

Noté que algo bajaba por mi ropa interior, un líquido que bajaba sin previo aviso. Corrí al inodoro y me bajé los pantalones del pijama y las braguitas para después sentarme en el inodoro.

Me encontré con una reciente mancha de sangre que había ensuciado mi ropa interior.

Chasqueé la lengua. Encima me venía el periodo. Eso explicaba los pinchazos que había sentido esa noche cenando.