Taeyong

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Taeyong abre los ojos por primera vez al día siguiente, después de algunas horas de sueño, cuando siente una mano más pequeña y suave que la propia, entrelazar los dedos con los suyos. Respira profundamente y, mientras sabe que pertenece a Ten el pecho sobre el que descansa, el mundo le parece confortablemente pequeño, delimitado por esta suave cama y el delicado aroma que desprende Ten. Recuerda las lociones intensas que Ten usaba durante SMRookies y prefiere mil veces al Ten del presente, este que por el momento no tiene loción ni mucha ropa puesta. Se sonroja al pensarlo; no está a punto de decir eso en voz alta. 

– Ya sé que estás despierto. – La voz de Ten no suena como si acabase de despertar. Se pregunta cuánto tiempo lleva aplastando a Ten sin darse cuenta. – Deberíamos desperezarnos, el desayuno está a punto de llegar.

Taeyong hace el intento inútil de apartarse y al final se resiste, los brazos de Ten incapacitan sus movimientos.

– Si no me dejas moverme, no me puedo levantar. – Su voz sí suena más grave por la falta de uso, y le daría completamente lo mismo si no fuera por el leve escalofrío que esta ocasiona en la piel de Ten, dorada y complaciente bajo las sábanas y su propio cuerpo. Taeyong está a punto de ponerse a saltar en un pie ante las memorias de la noche anterior que llegan vertiginosas y constantes a su cabeza.

Los labios de Ten pegados a los suyos, las manos – más pequeñas y más suaves – cerrándose en puños en su cabello, los sonidos de Ten… Ten con los ojos cerrados y una fina capa de sudor cubriéndole la frente, Ten moviéndose sobre él como nunca pensó que lo vería. Sin duda, lo ocurrido hace unas horas cambiará el curso de su relación puesto que los besos por fin dieron paso a las manos y los dientes; y los orgasmos, por supuesto. Los orgasmos. Una curiosa sensación de satisfacción invade a Taeyong porque, al fin (al fin), puede decir que su persona especial está unida a él por algo más que palabras. Y el que Ten sea su persona especial solo le inyecta a sus pulmones un aliento de vida que no conocía.

– ¿En qué piensas? – Pregunta Ten con los labios en su frente y toma su mano para inspeccionarla con más ímpetu. Cuando Ten encuentra el lunar en su dedo, emite una risita traviesa, como si a partir de su descubrimiento pudiera probar un punto. A Taeyong le parece adorable. 

– En que soy feliz cuando estoy contigo. – Contesta Taeyong con el corazón revoloteando como loco. – Y en que me gustas mucho, mucho. 

Taeyong levanta la vista para mirar a Ten a los ojos y lo encuentra sonriendo de oreja a oreja, con un rubor muy evidente aún en su piel tostada.

– Tú me gustas más. – Ten evita sus ojos tímidamente, luego aleja las manos de las suyas para taparse la cara más enrojecida con el paso de los segundos.

– Ten-ah, te la pasas haciendo comentarios en doble sentido y ¿ahora me vas a decir que eres tímido e inocente? – Taeyong se sienta y la sábana cae en ondas a su regazo. 

– Yo siempre he sido tímido e inocente, hyung. – Ten aclara como si en realidad fuera un hecho, como si Taeyong pudiera contradecirlo porque, para ser sincero, hay que ser demasiado distraído para no ver que Ten es un gatito territorial. – Y muy, muy incomprendido. 

– Un gatito, después de todo. 

– No digas eso en frente de otras personas. – Replica Ten con un puchero. Taeyong ríe porque no puede hacer otra cosa, porque ahora todo lo que Ten hace lo pone contento. Ten sale de entre las cobijas y rápido se viste con un suéter desterrado en el piso, Taeyong lo imita, de repente sintiéndose cohibido. Ahora sería el mejor momento para hablar, y para eso quiere que ambos estén en las mismas condiciones. – Quiero hacerte una pregunta. – Anuncia Ten de pronto muy serio. Pareciera que siempre están pensando en lo mismo.

SUSURROS (taeten)Место, где живут истории. Откройте их для себя