Capítulo LV: Sin miedo

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- Buenos días, preciosa – dijo Steve besando mi cuello, extrañaba esto.

- Buenos días, Capitán – dije para besarlo – ¿Cómo está tu cara después de haber sido estampada dos veces contra el piso?

- Me duele – dijo engriéndose, le di un beso en la mejilla – está mejorando – le di un beso en la otra – un poco más – le di uno en la frente – ya lo estás consiguiendo – en la nariz – ya falta poquito – ahora en sus labios, él acariciaba mi barbilla – sí, lo conseguiste.

- Me alegra – le sonreí.

- ¿Qué pasará con nosotros? – me preguntó algo serio – después de esto ¿quieres que vuelva a pretender que no hay amor entre nosotros? Cuando es lo que siempre ha habido y habrá.

- Steve, yo te puedo amar, pero no confió en ti, ya no puedo dar un salto de fe por tu amor, tú me engañaste, estuviste con ella solo porque no confiaste en todo lo que siento por ti, a mí nunca me ha interesado que eres un mortal, solo me interesaba el hombre que hay dentro de ti y que me amaba solo a mí.

- Y sigue siendo así, te amo solamente a ti.

- ¿Cómo puedo creerte? ¿si volvemos a discutir te irás a los brazos de otra solo porque estás enojado? ¿crees que así se solucionan las cosas?

- Lo sé, preciosa, tienes razón, pero – su estómago empezó a sonar por hambre, reímos – ¿sabes que es excelente después de estar juntos?

- Las malteadas de fresa y chocolate de Dothy – le dije sonriendo, volvió a sonar, reí – ok andando, no quiero que mueras de hambre – nos cambiamos, Steve quería que tomáramos el autobús en vez de abrir un portal, lo hizo con la intensión de estar más tiempo juntos y recordar las esquinas en donde me besó, Dothy sonrió al vernos juntos, pedimos lo de siempre, tenía un poco de batido en la comisura de los labios, él no desaprovecho en quitarme la mancha con un beso, extrañaba esos besos con sabor a choco-fresa.

- Solo dame unas horas contigo para convencerte que tú y yo debemos estar juntos – dijo acariciándome – estamos destinados a amarnos por siempre, preciosa – sonreí, miré mi reloj, Loki me había citado más temprano de lo que acostumbrábamos.

- Te puedo dar unos minutos.

- De acuerdo – dejo dinero para pagar las malteadas y me hizo correr para tomar el autobús y bajar en West Brighton.

- Steve, eso es jugar sucio – le dije mientras reconocía dónde me estaba llevando, estábamos en Coney Island.

- Solo me diste unos minutos y debo aprovecharlos – dijo cuando llegamos a ese punto específico.

- Los estás aprovechando bien – me sonrió y nos paramos en ese lugar, me tomó de las manos para estar frente a frente.

- Ámame sin miedo, otra vez, ___, te juro que será diferente, será mucho mejor, créeme solo una vez más, por favor – puso su mano en su pecho – solo tú, estarás siempre aquí, nadie ocupará este lugar que es solo tuyo – alzó su muñeca haciendo ver la pulsera que le regalé – tú eres mi todo, sin ti no hay nada – empecé a llorar, pero era de felicidad – ya no llores, preciosa.

- Estoy llorando de felicidad, no sabía qué se podía – dije acariciándolo – ¿por qué siempre tienes que hacerme sentir tantas cosas? – sonrió – te amo, Steve Rogers, siempre te voy a amar, una vida nunca será suficiente para amarte, quiero estar en esta vida y en todas contigo – lo besé.

- ¿Es un sí? – reí.

- Es un enorme sí – rodeó mi cintura con sus brazos.

Solo tú (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora