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—Ven —dice, tirando con suavidad, llevándome hacia la cómoda donde el resto del contenido de la caja está desplegado.

—Moni, estos objetos. —Levanta el obturador de trasero—. Este es de una talla demasiado grande. Como una virgen anal que eres, no querrás comenzar con esto.
Queremos empezar con esto. —Levanta su dedo, y yo jadeo, sorprendida.

Dedos… ¿allí? Ella sonríe hacia mí, y la idea desagradable de la puñalada anal mencionada en el contrato me viene a la mente

—Sólo dedo… en singular —dice en voz baja con la extraña habilidad que tiene de leer mi mente.

Mis ojos se lanzan a los suyos. ¿Cómo hace eso?

—Estas pinzas son perversas. —ella prueba las pinzas de pezones en los suyos por encima de la camiseta ,lo que me hace jadear—. Utilizaremos
estas. —ella pone otro par de pinzas diferentes en la cómoda.

Parecen gigantes horquillas negras para el cabello, pero con pequeñas joyas que cuelgan de ellas—. Son ajustables —murmulla vane , su voz mezclada con dulce preocupación.

Parpadeo hacia ella , con los ojos abiertos. Vanesa , mi mentora sexual. Sabe mucho
más sobre todo esto que yo. Nunca me pondré al día. Frunzo el ceño. Ella sabe más que yo de la mayoría de las cosas… excepto cocinar.

—¿Entendido? —pregunta.

—Sí —digo en voz baja, la boca seca—. ¿Vas a decirme lo que piensas hacer?

—No. Me lo estoy inventando sobre la marcha. Esto no es una escena, Moni .

—¿Cómo debo comportarme?

Su frente se arruga.

—Como quieras hacerlo.

¡Oh!

—¿Esperabas mi alter ego, Mónica ? —pregunta, con un tono vagamente burlón y desconcertado a la vez. Parpadeo hacia ella .

—Bueno, sí. Me gusta —murmuro.

Ella sonríe con su sonrisa reservada y se estira
para pasar su pulgar por mi mejilla.

—Sabes, ahora —suspira y roza su pulgar por mi labio inferior—, soy tu amante, Mónica , no tu Dominante. Me encanta escuchar tu carcajada y tu risita tonta de
niña. Me gusta verte relajada y feliz, como lo eras en las fotos de José. Esa es la chica que apareció en mi oficina. Esa es la chica de la que me enamoré.

Santo cielo. Mi boca cae abierta, y florece una cálida bienvenida en mi corazón. Es alegría… pura alegría.

—Pero habiendo dicho todo esto, también me gusta hacer cosas rudas contigo, señorita Carrillo ; y mi alter ego sabe un truco o dos. Por lo tanto, haz lo que te diga y
da la vuelta. —Sus ojos brillan de maldad, y la alegría se mueve bruscamente hacia
el sur, agarrándome con fuerza y apretándome todos los tendones debajo de mi cintura.

Hago lo que me dice. Detrás de mí, ella abre uno de los cajones y un
momento después está delante de mí otra vez.

—Ven —ordena y me remolca por la corbata, llevándome hasta la mesa.

A medida que caminamos junto al sofá, me doy cuenta por primera vez que todas las varas se
han desvanecido. Me distrae.

¿Estaban allí ayer, cuando entré? No me acuerdo.

¿Vanesa las había movido? ¿La Señora Jones? Vane interrumpe mi línea de pensamiento.

—Quiero que te arrodilles en esto —dice cuando estamos en la mesa.

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now