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"Pondré mi mundo a tus pies, Mónica . Te quiero a ti, en cuerpo y alma, para siempre."

Oh, por favor, deja que esté bien. No puede haberse ido. Ella es el centro de mi universo.

Un sollozo involuntario se escapa de mi garganta, y presiono mi mano contra mi boca. No. Debo ser fuerte.

José está repentinamente a mi lado, ¿o lo ha estado desde hace un tiempo? No tengo idea.

—¿Quieres llamar a tu mamá o a tu papá? —pregunta con amabilidad.

¡No! Sacudo la cabeza y aprieto la mano de José. No puedo hablar, sé que me desmoronaré si lo hago, pero el cálido y suave apretón de su mano no me ofrece ningún consuelo.

Oh, mamá. Mis labios tiemblan al pensar en mi madre. ¿Debería llamarla? No. No podría lidiar con su reacción. Tal vez Jesús 6, él no se pondría emocional… nunca se
pone emocional, ni siquiera cuando su equipo de fútbol preferido pierde.

Toñi se levanta para unirse a los chicos, distrayéndome. Ese debe ser el tiempo más largo que pasó quieta. Mia viene a sentarse junto a mí y agarra mi otra mano.

—ella regresará —dice ella, su voz inicialmente determinada pero quebrándose al final. Sus ojos se ven enormes y enrojecidos, su rostro pálido y agotado por la falta de sueño.

Miro a Ethan, que está observando a Mia y a Francis, quien tiene sus brazos alrededor de toñi . Miro el reloj. Son pasadas las once, avanzando hacia la medianoche. ¡Maldito tiempo! Con cada hora que pasa, el vacío interminable se
expande, consumiéndome, ahogándome. Sé que muy profundo en mi interior me estoy preparando, preparando para lo peor. Cierro mis ojos y elevo otra plegaria
silenciosa, aferrando las manos de Mia y José.

Abriéndolos de nuevo, miro las llamas una vez más. Puedo ver su tímida sonrisa: mi favorita de todas sus expresiones, un vistazo  de la vanesa real, mi Vanesa
real. Ella es tantas personas: loca del control, Gerente General, acosadora, diosa del sexo, dominante —y al mismo tiempo— una absoluta niña con sus juguetes.

Sonrío.

Su auto, su bote, su avión… Charlie Tango… no… no… mi chica perdida, realmente es mi chica perdida ahora. Mi sonrisa se desvanece y el dolor me atraviesa. La recuerdo en la ducha, enjuagándose las marcas del lápiz labial.

"No soy nada, Mónica . Soy los inicios de una mujer . No tengo corazón."

El bulto en mi garganta se expande. Oh, Vanesa , sí lo tienes, tienes un corazón, y es mío. Quiero amarla por siempre. A pesar de que ella es tan compleja y difícil, la amo. Siempre la amaré. Nunca habrá alguien más. Jamás.

Recuerdo estar sentada en Starbucks analizando mis pros y contras sobre vane . Todos esos contras, incluso esas fotografías que encontré esta mañana, son insignificantes ahora. Sólo está ella, y la duda de si es que regresará.

Oh, por favor, Señor, tráela de regreso, por favor déjala estar bien. Iré a la iglesia… haré cualquier cosa.

Oh, si ella regresaba, iba a aprovechar el día. Su voz se hace eco en mi cabeza una vez más: Carpe diem, Moni .

Miro con profundidad el fuego, las llamas todavía lamen y se encrespan unas alrededor de las otras, ardiendo brillantemente. Entonces toñi grita, y todo comienza a suceder en cámara lenta.

—¡Vanesa!

Giro mi cabeza a tiempo de ver a toñi gritando al otro lado de la enorme sala en el sitio donde se había estado paseando en alguna parte detrás de mí, y ahí en la
entrada se encuentra de pie una consternada Vanesa . Está vestida con una camiseta y jeans, su chaqueta la lleva en la mano. Se ve cansada, sucia, y completamente hermosa.

Mierda santa… Vanesa . Está viva.

La miro aturdida, intentando descubrir si estoy alucinando o si realmente ella está aquí.

Su expresión es una de absoluto desconcierto. Deposita su chaqueta y se quita sus altos zapatos para dejarlos en el suelo justo a tiempo para atrapar a toñi , quien lanza sus brazos alrededor de su
cuello y lo besa con fuerza en la mejilla.

—¿Mamá?

Vanesa la mira, completamente perdida.

—Pensé que nunca te vería otra vez —susurra toñi , expresando nuestro miedo colectivo.

—Mamá, estoy aquí. —Escucho la consternación en su voz.

—Morí de mil formas hoy —susurra ella, su voz apenas audible, haciendo eco de nuestros pensamientos

Ella jadea y solloza, sin ser capaz ya de reprimir sus
lágrimas. Vanesa frunce el ceño, horrorizada o mortificada —no sé cuál de las dos— y luego, después de un segundo, la envuelve en un enorme abrazo, sosteniéndola cerca.

—Oh, Vanesa —se ahoga ella, envolviendo sus brazos a su alrededor, sollozando
en su cuello —todo el auto control olvidado— y vanesa no se opone. Sólo la sostiene, balanceándolos de atrás hacia adelante, consolándola. Produciendo una
piscina de lágrimas en mis ojos.
Paco grita desde el pasillo:

—¡Está viva! ¡Mierda… estás aquí! —Aparece desde la oficina de sole , sosteniendo su móvil, y los abraza a ambos, con los ojos cerrados en dulce alivio.

—¿Papá?

Mia chilla algo inteligible a mi lado, y luego está de pie, corriendo, uniéndose a sus tíos, abrazándolos a todos, también.

Finalmente las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas. Ella está aquí, está bien.

Pero no puedo moverme.
Paco es el primero en separarse, limpiándose los ojos y palmeando el hombro de vanesa . Mia los libera y toñi da un paso atrás.

—Lo lamento —murmura.

—No, mamá, no pasa nada —dice vanesa , la consternación todavía evidente en su rostro.

—¿Dónde estabas? ¿Qué sucedió? —toñi llora y apoya su cabeza en sus manos.

—Mamá —murmura Vanesa . La atrae hacia sus brazos otra vez y besa la parte superior de su cabeza—. Estoy aquí. Estoy bien. Sólo me tomó una cantidad infernal de tiempo regresar desde Barcelona. ¿Qué hay con lo del comité de
bienvenida? —Levanta la mirada y escanea la habitación hasta que sus ojos se traban con los míos.

Parpadea y mira brevemente a José, quien deja ir mi mano. La boca de Vanesa se tensa. Bebo de su vista y el alivio se dispersa a través de mí, dejándome agotada,
exhausta, y completamente eufórica. Sin embargo mis lágrimas no se detienen.

Vanesa regresa su atención a su madre.

—Mamá, estoy bien. ¿Qué está mal? —dice vanesa de forma tranquilizadora.

Ella pone sus manos a cada lado de su rostro.

—Vanesa , has estado desaparecida. Tu plan de vuelo… nunca llegaste a Barcelona . ¿Por qué no nos contactaste?

Las cejas de Vanesa se levantan en sorpresa.

—No pensé que me fuera a tomar todo este tiempo.

—¿Por qué no llamaste?

—Mi móvil se quedó sin batería.

—¿No te detuviste… a llamar por cobrar?

—Mamá… es una larga historia.

—¡Oh, Vanesa ! ¡Nunca te atrevas a hacerme eso otra vez! ¿Entiendes? —casi le grita ella.

—Sí, mamá. —ella limpia sus lágrimas con su pulgar y la abraza una vez más.

Cuando ella se compone, ella la libera para abrazar a Mia, quien la golpea con fuerza en el pecho.

—¡Nos tenías tan preocupados! —suelta ella, y, también, está llorando.

—Estoy aquí ahora, por el amor de Dios —murmura Vanesa .

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