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Cuando estoy atada, la miro, se relaja visiblemente. Le gusta que esté atada. De esta forma no puedo tocarla. Se me ocurre que ninguna de sus sumisas, cualquiera
de ellas, la ha tocado, y lo que es más, ninguna de ellas ha tenido la oportunidad de hacerlo.

Siempre ha tenido el control y la distancia. Esa es la razón de que le gusten sus reglas.

Escala sobre mí y se inclina para darme un beso en los labios. Entonces se levanta y saca su camisa por encima de su cabeza, dejándome vistas privilegiadas de sus grandes senos. Se deshace de sus jeans y de sus braguitas y lo deja caer en el piso. Lleva sus manos hacia la parte baja de la espalda y escucho un click, el arnés.

Nunca se lo quita, será que quiere mostrarme también su normalidad.

Está gloriosamente desnuda. Mi Diosa interior está haciendo un giro triple fuera
de las barras asimétricas, y abruptamente mi boca se seca. Realmente es mucho
más que hermosa. Tiene un físico hermoso, sus pechos y su sexo perfectamente depilado me están volviendo loca.
Podría mirarla todo el día.

Se mueve al final de la cama y agarra mis tobillos, jalándome con rapidez y bruscamente hacia abajo  de manera que mis brazos
están extendidos e imposibles de mover.

—Así está mejor —murmura.

Recogiendo el envase de helado. Sube suavemente de regreso en la cama a horcajadas sobre mí una vez más. Muy lentamente, quita la tapa del envase y sumerge dentro la cuchara.

—Hmm… aun así es bastante difícil —dice con una ceja levantada. Sacando una cuchara llena de vainilla, la mete en su boca—. Delicioso —murmura, lamiendo
sus labios—. Increíble cómo puede saber la buena, llana y vieja vainilla. —Me mira
hacia abajo y sonríe—. ¿Quiere un poco? —se burla.

Se ve tan locamente caliente, joven y despreocupada, sentada sobre mí y comiendo de un envase de helado; sus ojos brillando, su rostro luminoso. ¿Oh qué infiernos
va a hacerme? Como si no pudiera decirlo. Asiento, tímidamente.
Saca otra cuchara llena y me la ofrece, entonces abro mi boca, entonces rápidamente la mete en su boca otra vez.

—Está demasiado bueno para compartir, como tú, que estás demasiado buena como para compartir —dice, sonriendo con malicia.

—Hey —empiezo a protestar.

—¿Por qué señorita Carrillo, te gusta tu vainilla?

—Sí —digo más fuerza de lo que requiere y trato en vano de demostrárselo.

Ella ríe.

—Tenemos una luchadora, ¿no? Yo no haría eso si fuera tú.

—Helado —pido.

—Bueno, ya que me has complacido mucho hoy, señorita Carrillo . —Cede y me ofrece otra cucharada. Esta vez me deja comerla.

Quiero reír tontamente. Está realmente disfrutando, y su buen humor es contagioso. Saca otra cucharada y me alimenta una vez más, entonces lo hace nuevamente. Está bien, suficiente.

—Hmm, bien, esta es una forma de asegurarme que comas; obligarte a comer. Podría acostumbrarme a esto.

Tomando otra cucharada, me la ofrece. Esta vez mantengo mi boca cerrada y sacudo mi cabeza, y ella deja que lentamente se derrita en la cuchara, entonces el
helado derretido gotea, sobre mi garganta, sobre mi pecho. Se agacha y muy lentamente las lame. Mi cuerpo se enciende con anhelo.

—Hmm. Sabe mejor en ti.

Jalo de mis ataduras y la cama cruje ominosamente, pero no me importa; estoy quemándome con deseo, está consumiéndome. Toma otra cucharada y deja el
helado gotear por mis pechos. Entonces con la parte trasera de la cuchara, la esparce sobre cada pecho y pezón.

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now