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Hola. —Exhalo, mi boca se seca.

—¿Qué te gustaría hacer esta tarde?

—Pensé que dijiste que teníamos planes.

—Oh, sé qué me gustaría hacer, Mónica . Te pregunto qué te gustaría hacer a ti.

Le sonrío radiantemente.

—Ya veo —dice con una malvada sonrisa lasciva—. Entonces… es comenzar a rogar, entonces. ¿Quieres rogar en mi apartamento o el tuyo? —Inclina su cabeza a
un lado y me sonríe con su oh-tan-sexy sonrisa.

—Pienso que está siendo muy presuntuosa, señorita Martín . Pero para variar, podemos ir a mi apartamento. —Muerdo mi labio deliberadamente, y su expresión se oscurece.

—sole, al de la señorita Carrillo por favor.

—Señorita. —sole  asiente y se dirige hacia el tráfico.

—Entonces, ¿cómo ha estado tu día? —pregunta.

—Bien. ¿Y el tuyo?

—Bien, gracias.

Su ridícula amplia sonrisa refleja la mía, y besa mi mano otra vez.

—Luces adorable —dice.

—Como tú.

—Tu jefe, Jack Hyde, ¿es bueno en su trabajo?

¡Guau! ¿Es este un repentino cambio de dirección? Frunzo el ceño.

—¿Por qué? ¿Es acerca de su concurso de territorio?

Vanesa  sonríe.

—Ese hombre quiere entrar en tus bragas, Mónica —dice secamente.

Me pongo carmesí mientras mi boca cae abierta, y echo nerviosamente un vistazo a sole. Mi subconsciente inhala fuertemente, sorprendida.

—Bien, él puede querer todo lo que guste… ¿por qué incluso estamos teniendo esta conversación? Sabes que no estoy interesada en él de ninguna manera. Es solo
mi jefe.

—Ese es el punto. Él quiere lo que es mío y yo lo mío lo cuido . Necesito saber si es bueno en su trabajo.

Me encojo de hombros.

—Eso creo. —¿A dónde va con esto?

—Bien, mejor te deja sola, o se va a encontrar a sí mismo con el trasero sobre la acera.

—Oh, Vanesa , ¿de qué hablas? No ha hecho nada malo. —…Aún. Solo ha estado demasiado cerca.

—Hace un movimiento y me dices. Eso es llamado brutal bajeza o moral, o acoso sexual.

—Fue solo una bebida después del trabajo.

—Eso espero. Un movimiento y está afuera.

—No tienes esa clase de poder. —¡Honestamente…! Y antes de que ruede mis ojos hacía ella, la comprensión me golpea con la fuerza de un camión de carga con exceso
de velocidad—. ¿Lo tienes Vanesa?

Vanesa  me da su enigmática sonrisa de no hacer nada.

—Estás comprando la compañía —susurro con horror.

Su sonrisa se desliza en respuesta al pánico en mi voz.

—No exactamente —dice.

—La compraste. AIPS. Ya.

Parpadea hacia mí,cautelosamente.

—Posiblemente.

—¿Lo hiciste o no?

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now