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—¿te casarás conmigo? —susurra, incrédula.

Asiento nerviosamente, sonrojándome y ansiosa y casi sin creer su
reacción, esta mujer quien pensé que había perdido. ¿Cómo no
podía entender cuanto la amaba?

—Dilo —ordena suavemente, con su mirada intensa y sexy.

—Sí, me casaré contigo.

Inhala fuertemente y se mueve de repente agarrándome y girando a mi alrededor, en forma no muy tipo Cincuenta Sombras. Se está riendo, joven y desenfadada,
irradiando entusiasta alegría.

Agarro sus brazos para sostenerme, sintiendo la ondulación de sus músculos bajo mis dedos, y su risa contagiosa me arrasa, una
chica total y absolutamente enamorada de su hermosa mujer. Ella me baja y me besa. Fuertemente. Sus manos están a ambos lados de mi cara, su lengua insistente,
persuasiva… excitante.

—Oh, Mónica —respira contra mis labios, y es una alegría que me deja tambaleando.

Ella me ama, de lo que no tengo ninguna duda, y degusto el sabor delicioso de esta mujer , esta mujer que pensé que nunca podría ver de nuevo. Su alegría es
evidente, sus ojos brillaban, su sonrisa juvenil, y su alivio es casi palpable.

—Pensé que te había perdido —murmuré, todavía deslumbrada y sin aliento de su beso.

―Cariño, hará falta algo más que un mal funcionamiento de 135 para mantenerme lejos de ti.

―¿135?

—Charlie Tango. Es un Eurocopter 135, el más seguro de su clase. —Una desconocida pero oscura emoción se cruza en su cara brevemente, distrayéndome.

¿Qué no me está diciendo? Antes de que pueda preguntarle se queda quieta y me mira, frunciendo el ceño, y por un momento pienso que va a decirme. Parpadeo a
sus ojos verdes especulativos.

—Espera un minuto. Me diste esto antes de ver a Flynn —dice, sosteniendo la llave. Se ve casi horrorizada.

¡Dios mío!, ¿a dónde va con esto? Asiento con la cabeza, manteniendo una cara seria.

Su boca se abre.

Me encojo de hombros como disculpándome.

—Quería que supieras que todo lo que Flynn dijo no haría una diferencia para mí.

Vanesa parpadea hacia mí con incredulidad.

—Así que toda la tarde de ayer, cuando te estaba pidiendo una respuesta, ¿ya la tenías? —Esta consternada.

Asiento con la cabeza otra vez, tratando desesperadamente de evaluar su reacción. Ella me mira con asombro estupefacta,
pero luego estrecha sus ojos y su boca se tuerce con divertida ironía.

—Toda esa preocupación —susurra ominosamente. Le sonrió y me encojo de hombros una vez más—. Oh, no trates de ponerte toda tierna conmigo, señorita Carrillo . Ahora mismo, quiero... —Corre su mano a través de su cabello, luego,
mueve la cabeza y cambia de rumbo.
—No puedo creer que me dejaste en el aire —su susurro esta bañado de incredulidad. Su expresión se altera sutilmente, sus ojos brillaban con malicia, su
boca torciéndose en una carnal sonrisa.

Santos cielos. Un escalofrío me recorre. ¿Qué está pensando?

—Creo que alguna retribución está en proceso, señorita Carrillo —dice en voz baja.

¿Retribución? ¡Oh mierda! Sé que está jugando… pero tomo un cauteloso paso hacia
atrás lejos de ella. Sonríe.

—¿Ese es el juego? —susurra—. Porque te atraparé. —Y sus ojos arden con una brillante intensidad juguetona—. Y te estás mordiendo el labio —dice amenazante.

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now