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—Abiertos! —gruñe, apretando sus manos en las mías e impulsándose tan bruscamente dentro de mí que grito.

Parpadeo mis ojos abiertos, y ella me mira fijamente hacia abajo con los ojos muy abiertos. Lentamente se retira luego se clava en mí una vez más, su boca aflojándose y luego formando un Ah… pero ella no dice nada. Viendo su excitación,
su reacción hacia mí… me ilumino dentro, mi sangre abrasando a través de mis venas. Sus ojos verdes queman en los míos. Reanuda el ritmo y me deleito en ella, en
la gloria, viéndola, viéndome —su pasión, su amor— mientras nos venimos, juntas.

Grito mientras exploto a su alrededor, y vanesa sigue, esta vez masajeando sutilmente mi clitoris.

—¡ahh... Mónica ! —grita .

Colapsa sobre mí, liberando mis manos y descansando su
cabeza sobre mi pecho. Mis piernas todavía están envueltas a su alrededor y bajo los pacientes, maternales ojos de las pinturas de Madonna, acuno su cabeza
contra mí y lucho por recuperar el aliento.

levanta su cabeza para mirarme.

—No he terminado contigo todavía —murmura e inclinándose hacia arriba, me besa.

* * *
Yazco desnuda en la cama de Vanesa , tendida sobre su pecho, jadeando. Santo cielo, ¿nunca mengua su energía? Vanesa traza sus dedos arriba y debajo de mi
espalda.

—¿Satisfecha señorita Carrillo ?

Murmuro mi asentimiento. No me queda ninguna energía para hablar.

Levantando mi cabeza, giro mis ojos desenfocados hacia ella y me deleito en su cálida, cariñosa mirada. Muy deliberadamente, oriento mi cabeza hacia abajo por
lo que sabe que voy a besar su pecho.

Se tensa momentáneamente y planto un suave beso entre sus pechos.
respirando su único aroma a vanesa , mezclado con sudor y sexo. Es embriagadora. Rueda de lado por lo que estoy yaciendo bajo ella y mira abajo hacia mí.

—¿El sexo es así para todos? Me sorprende que alguien incluso salga — murmuro, sintiendo repentinamente timidez.

sonríe.

—No puedo hablar por todos, pero es bastante malditamente especial contigo, Mónica . —Se inclina y me besa.

—Eso es porque tu eres malditamente especial, Martín . —Estoy de acuerdo, sonriendo hacia ella y acariciando su rostro. Parpadea hacia mí desconcertada.

—Es tarde. A dormir —dice.

Me besa, luego se acuesta y me lleva hacia ella por lo
que estamos abrazadas de lado en la cama.

—No te gustan los cumplidos.

— a dormir Mónica .

Hum… pero ella es bastante malditamente especial. Jesús… ¿Por qué no se da cuenta de eso?

—Me encantó la casa —murmuro.

no dice nada por un momento, pero siento su sonrisa.

—Te amo. Ve a dormir. —Acaricia mi cabello y derivo en un sueño, segura en sus brazos, soñando con puestas de sol, puertas francesas y amplias escaleras… y una
pequeña niña de cabello claro corriendo a través de una pradera, alegre y riéndose tontamente mientras la persigo.

* * *

—Me tengo que ir nena. —Vanesa me besa justo debajo de mi oreja.

Abro los ojos y es de mañana. Giro para encararla, pero ella está levantada, vestida,
fresca y deliciosa, inclinándose sobre mí.

—¿Qué hora es? —Oh no… no quiero llegar tarde.

—No entres en pánico. Tengo un desayuno de trabajo. — frota su nariz contra la mía.

—Hueles bien —murmuro, estirándome debajo de ella, mis extremidades
agradablemente tensas y rechinantes de todas nuestras hazañas de ayer. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello—. No vayas.

Ella ladea su cabeza a un lado y enarca una ceja.

—Señorita Carrillo … ¿estás tratando de mantener a una mujer de un honesto día de trabajo?

Asiento adormilada hacia ella y sonríe su nueva sonrisa tímida.

—Tan tentadora como eres, tengo que ir. —Me besa y se pone de pie. Está usando un traje azul marino, el pantalón era de una tela que dejaba ver sus piernas perfectas y su camisa blanca, parece cada centímetro la Gerente General… la ardiente Gerente General.

—Nos vemos nena —murmura y está fuera.

Echando un vistazo al reloj noto que ya son las siete… debo haber dormido a durante toda la alarma. Bueno, tiempo de levantarse.

* * *

En la ducha, la inspiración me golpea. He pensado en otro regalo de cumpleaños para vane. Es tan difícil comprar algo para la mujer que tiene todo. Ya le he dado mi regalo principal y todavía tengo el otro elemento que compré en la tienda turística, pero este es un regalo que realmente va a ser para mí. Me abrazo a mí misma en anticipación mientras cierro la ducha. Sólo tengo que prepararlo.

En el vestidor, me pongo un vestido ajustado rojo oscuro con escote cuadrado, un corte bastante bajo. Sí, esto para el trabajo.
Ahora, para el regalo de Vanesa .

Empiezo hurgando entre sus cajones, buscando sus corbatas. En el cajón de abajo encuentro esos desteñidos vaqueros rasgados, los
que usa en la sala de juego… en los que se ve tan ardiente. Los acaricio suavemente, usando toda mi mano. Oh mi… el material es tan suave.

Debajo de ellos, encuentro una caja de cartón grande, negra y plana. Despierta mi interés inmediatamente. ¿Qué hay ahí? La miro fijamente, sintiendo que estoy invadiendo nuevamente. Sacándola, la agito. Es pesada, como si guardara documentos o manuscritos. No puedo resistir, abro la tapa… y rápidamente la
cierro otra vez. Joder… fotografías de la Habitación Roja. El impacto me hace sentarme en mis talones mientras trato de limpiar la imagen de mi cerebro.

¿Por qué abrí la caja? ¿Por qué ella las ha mantenido?

Me encojo. Mi subconsciente me frunce el ceño… esto es antes de ti. Olvídalas. Ella tiene razón. Poniéndome de pie noto que sus corbatas están colgando al final
de su riel de ropa. Encuentro mi favorita y salgo rápidamente.

Trato de decirme a mí misma que esas fotos son AM… Antes de Moni.

Mi subconsciente asiente con aprobación, pero es con un corazón más pesado que me
dirijo hacia la habitación principal para desayunar.
La Sra. Jones me sonríe cálidamente y entonces frunce el ceño.

—¿Todo está bien Mon? —pregunta amablemente.

—Sí —murmuro, distraída—. ¿Tienes una llave para la… um, sala de juegos?

Ella hace una pausa momentáneamente, sorprendida. 

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now