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Asiente, con su expresión seria.

Santa mierda.

—¿Y cuidaron de tranquilizar a tu familia?

―Sí. Era demasiado bajo para aterrizar bien. Pero de alguna manera lo hice.

Mierda. Mis ojos barren los de ella , y  luce sepulcral mientras el agua cae en
cascada sobre nosotras.

—¿Cuán cerca estuvo? —

Baja su mirada hacia mí.

—Cerca —se detiene—. Por unos pocos terribles segundos, pensé que nunca te vería de nuevo.

Lo abracé fuertemente.

―No puedo imaginarme la vida sin ti, vane . Te amo tanto que me da miedo.

—Yo también —suspira—. Mi vida estaría vacía sin ti. Te amo tanto. —Sus brazos se tensan alrededor de mí y acaricia mi cabello—. Nunca te dejaré ir.

―No me quiero ir, nunca. ―Beso su cuello, y se inclina y me besa gentilmente.

Después de un momento, se remueve.

—Vamos, sequémonos y vayamos a la cama. Estoy exhausta y tú luces abatida.

Me inclino hacia atrás y arqueo una ceja a su elección de palabras. Ella ladea la
cabeza hacia un lado y me sonríe.

—¿Tiene algo que decir, señorita Carrillo ?

Niego con la cabeza y me paro de forma vacilante.

      * * *
Estoy sentada en la cama. Vanesa insistió en secar mi cabello, es algo hábil en eso. Cómo eso ocurrió es un pensamiento desagradable, así que lo desecho
inmediatamente. Son pasadas las dos de la mañana, y estoy lista para dormir.

Vanesa baja su mirada hacia mí y vuelve a examinar el llavero antes de subir a la cama. Sacude su cabeza, de nuevo incrédula.

—Esto es tan increíble. El mejor regalo de cumpleaños que he tenido. —Me mira, sus ojos suaves y cálidos—. Mejor que mi cartel autografiado de Guiseppe
DeNatale.

—Te habría dicho antes, pero como era tu cumpleaños… ¿Qué le das a la mujer que tiene todo? Pensé en darte… a mí.

Pone el llavero en la mesita de noche y se arrima atrás de mí, atrayéndome a sus brazos contra su pecho, así estamos en cucharita.

—Es perfecto. Como tú.

Sonrío con suficiencia, a pesar de que no puede ver mi expresión.

—Estoy lejos de la perfección, Vanesa .

—¿Está sonriendo, señorita Carrillo ?

¿Cómo sabe?

—Tal vez. —Río tontamente—. ¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto. —Me acaricia el cuello.

—No necesitabas tu viaje de vuelta . ¿En realidad lo hiciste por José? ¿Estabas preocupada de que estuviera sola con él ?

Vanesa no dice nada. Me giro para verla, y sus ojos están anchos por mi reproche.

—¿Sabes cuán ridículo es eso? ¿En cuánto estrés nos pusiste a tu familia y a mí? Todos te amamos mucho.

Pestañea un par de veces y luego me da su tímida sonrisa.

—No tenía idea de que estarían todos tan preocupados.

Frunzo mis labios.

—¿Cuándo vas a hacer atravesar por tu grueso cráneo que eres amada?

—¿Grueso cráneo? —Sus ojos se ensanchan con sorpresa.

Asiento.

—Sí. Grueso cráneo.

—No creo que la densidad ósea de mi cabeza sea significantemente mayor a la de ninguna en mi cuerpo o bueno, de lo que le agrego a mi cuerpo.

—¡Hablo en serio! Deja de intentar hacerme reír. Sigo un poco enojada contigo, aunque está un poco eclipsado por el hecho de que estás en casa sana y salva
cuando pensé… —Mi voz se desvanece al recordar esas ansiosas horas—. Bueno, sabes lo que pensé.

Sus ojos se suavizan cuando alcanza a acunar mi rostro.

—Lo siento. Bien.

—También tu pobre mamá. Fue bastante conmovedor, verte con ella —susurro.

Sonríe tímidamente.

—Nunca la había visto de esa manera. —Pestañea con el recuerdo—. Sí, eso fue realmente algo. Normalmente está tan compuesta. Fue una sorpresa.

—¿Ves? Todos te aman. —Sonrío—. Tal vez ahora vas a comenzar a creerlo. — Me inclino y lo beso suavemente—. Feliz cumpleaños, mi amor. Estoy feliz de que estés aquí para compartir tu día conmigo. Y no has visto lo que tengo para ti
mañana um… hoy. —Sonrío con suficiencia.

—¿Hay más? —dice, atónita, y su cara cambia a una sonrisa que quita el aliento.

—Oh sí, Señorita Martín , pero vas a tener que esperar hasta entonces.

-Moni - reía vane.

-dime, Vanesa -

-¿Recuerdas nuestros e-mails?

-¿cuáles? - pregunté extrañada.

-cuando usamos los correos de Ana y de sole... - seguía riendo vane.

-si, para que no rastrearan nuestros mensajes.

-hoy sole ha revisado su correo y me ha hecho bullyng todo el día - reía vane

-yo también te haría bullyng, señorita sole-reía mientras hacía cariño en su mano.

-claro, señorita Ana Carrillo - reía Vanesa.

Definitivamente encontraron nuestros mensajes y definitivamente Vanesa estaba muy feliz hoy.

* * *

Fui repentinamente despertada por un sueño o pesadilla, y mi pulso está acelerado. Me giro, con pánico, y para mi alivio, Vanesa está profundamente
dormida a mi lado. Porque me giré, se remueve y se estira dormida, envolviendo su brazo sobre mí, y descansa su cabeza en mi hombro, suspirando suavemente.

La habitación está inundada con luz. Son después de las ocho. Vanesa nunca duerme hasta tan tarde. Me recuesto y calmo mi acelerado corazón. ¿Por qué la
ansiedad? ¿Es la secuela de anoche?

Me giro y la miro fijamente. Está allí. Está a salvo. Tomo una profunda y tranquilizadora respiración y observo su bello rostro. Un rostro que ahora es tan familiar, todas sus hendiduras y sombras eternamente grabadas en mi mente.

Luce mucho más joven cuando está dormida, y sonrío porque hoy es todo un año más vieja. Me abrazo, pensando en mi regalo. Oooh… ¿qué hará? Tal vez debería
comenzar por traerle el desayuno a la cama. Aparte, José tal vez todavía esté aquí.

Encuentro a José en el mostrador, comiendo un plato de cereal. No puedo evitar sonrojarme cuando lo veo. Él sabe que he pasado la noche con Vanesa . ¿Por qué
me siento repentinamente tan tímida? No es como si estuviera desnuda ni nada.

Estoy usando mi bata de seda larga hasta el suelo.

—Buenas, José. —Sonrío vergüenza fuera.

—¡Hola, Mon! —Su rostro se ilumina, genuinamente feliz de verme. No hay pista de bromas o desdén lascivo en su expresión.

—¿Dormiste bien? —pregunto.

—Claro. Qué vista desde aquí arriba.

—Sí. Es algo especial. —Como la dueña de este departamento—. ¿Quieres un desayuno real? —bromeo.

—Me encantaría

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now