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—Es el cumpleaños de Vane hoy, le haré el desayuno en la cama.

—¿Está despierta?

—No, creo que está frita por ayer. —Rápidamente giro la mirada lejos de él y me dirijo al refrigerador para que no pueda ver mi sonrojo.

Jesús, es sólo José. Cuando
tomo los huevos y tocino del refrigerador, José me está sonriendo abiertamente.

—Realmente te gusta, ¿no?

Frunzo mis labios.

—La amo, José.

Sus ojos se ensanchan momentáneamente y luego sonríe.

—¿Qué hay para no amar? —pregunta haciendo gestos alrededor de la habitación.

Frunzo el ceño.

—Dios, ¡gracias!

—Oye, Mon, solo bromeo.

Hmm… ¿siempre tendré este prejuicio? ¿Que me caso con Vanesa por su dinero?

—En serio, estoy bromeando. Nunca has sido ese tipo de chica.

—¿Está bien el omelet para ti? —pregunto, cambiando el tema. No quiero discutir.

—Claro.

—Y a mí —dice vanesa mientras entra a la habitación. ¡Santa mierda, está usando solo una camiseta que tapa absolutamente nada, se ve tan ardiente ¡ Jesús!

—José. —Asiente.

—Vanesa . —José devuelve solemnemente su asentimiento.

Vanesa se gira hacia mí y sonríe con suficiencia mientras la observo. Ha cumplido su propósito. Entrecierro mis ojos hacia ella, desesperadamente intentando recuperar mi equilibrio, y la expresión de Vanesa cambia sutilmente. Sabe que sé
lo que trama, y no le importa.

—Iba a llevarte el desayuno a la cama.

Pavoneándose, envuelve su brazo alrededor de mí, levanta mi barbilla, y planta un
sonoro y húmedo beso en mis labios. ¡Muy no Cincuenta!

—Buenos días, mi amor —dice.

Quiero fruncirle el ceño y decirle que se comporte, pero es su cumpleaños. Me sonrojo. ¿Por qué es tan territorial?

—Buenos días, guapa . Feliz cumpleaños. —Le doy una sonrisa, y me sonríe complacida.

—Estoy esperando mi otro regalo —dice y eso es. Me sonrojo del color de la Habitación Roja del Dolor y miro nerviosamente a José, quien luce como si hubiera
tragado algo desagradable. Me giro y comienzo a preparar la comida.

—Así que, ¿cuáles son tus planes hoy, José? —pregunta Vanesa, aparentemente casual mientras se sienta en un taburete.

—Me dirijo a ver a mi papá y Jesús , el papá de Mon.

Vane frunce el ceño.

—¿Se conocen?

—Sí, estuvieron en el ejército juntos. Perdieron el contacto hasta que Moni y yo estuvimos en la universidad juntos. Es algo tierno. Son mejores amigos ahora. Se
van a un viaje de pesca.

—¿Pesca? —Vanesa está genuinamente interesada.

—Sí, hay buenas atrapadas en estas aguas de costa. Los salmones y truchas pueden crecer muy grandes.

—Cierto. Mi hermano, Francis, sacó a uno de quince y medio kilos una vez.

¿Están hablando de pesca? ¿Qué tiene la pesca? Nunca lo he entendido

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