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— No me malinterpreteis, me encantaría, pero no sé si sería correcto – comenzó a explicar Rea. – Me refiero, hay gente aquí que paga mucha cantidad de dinero para pasar un tiempo a solas con vosotros, por lo que no lo vería justo.

Thomas sonrió ante su sinceridad. Nunca había creído que rechazaría la propuesta, menos por un motivo tan leal.

— Pues no lo veas cómo trabajo. Míralo como salir de copas con tus amigos – dijo Victoria, ella también tenía ganas de conocer un poco más de la chica.

— Espero no sean demasiadas. No le tengo tanta tolerancia al alcohol – bromeó Rea y Ethan la miró con dulzura.

— Tu conoces esto un poco mejor que nosotros, ¿Sabes de algún bar? – preguntó Damiano con curiosidad. En realidad él si sabía a donde ir, pero estaba interesado en los gustos de la chica.

— Conozco un italiano – miró a Victoria, a quien le estaba a punto de escaparse la risa – Que irónico. ¡Ya sé! Os puedo llevar de tapas.

Thomas parecía emocionado.

— Pues perfecto – exclamó Damiano.

Comenzaron a hablar de temas triviales, hasta llegar al sitio al que Rea se refería. El problema es que había cola, aunque a los italianos no les molestaba especialmente. Disfrutaban de la compañía de Rea, y Rea de la de Måneskin.

— ¿Que vas a pedir? ¿Las tapas son algo típico de tu país? – preguntó Victoria. – ¿De dónde eres?

El grupo rió ante la insistencia de Victoria. Pero no lo hacía con mala intención, le hacía mucha ilusión tener una nueva amiga, dado que estos últimos días los había pasado rodeada de los chicos.

— No realmente. Soy noruega, pero como he realizado todos mis estudios en España, se me quedaron costumbres de allí – explicó Rea. –

— ¿Y actualmente donde vives? – preguntó Damiano cruzando sus brazos.

— En ningún sitio en especial. Por trabajo me muevo mucho, pero es cierto que tengo un pequeño piso en Ámsterdam – dijo la chica feliz. Se le veía orgullosa al hablar de su trabajo. Eso era algo admirable, no todo el mundo podía presumir de trabajo ideal.

— ¡Me encanta Ámsterdam! – dijo Tomás, recibiendo una sonrisa de parte de la de ojos azules.

— Estaría bien que lo visitarais. Podría haceros de guía – Victoria asintió repetidamente ante la idea. – Bueno, siento que hablo mucho, ¿Que tal vosotros? ¿Finalmente habéis llegado a conocer a alguien?

— Ucrania y Finlandia los más destacables – dijo Damiano. De los representantes, esos eran los que más le habían llamado la atención.

— ¡Eso es perfecto! Me encanta la canción de Finlandia, aunque me gustan más ellos. Son maravillosos – dijo Rea mirando a Thomas. Esto le puso un poco nervioso.

Finalmente, un camarero se les acercó.

— Buenas tardes – saludó en neerlandés.

— Igualmente. Nos gustaría una mesa para cinco por favor – dijo Rea alegre, en el mismo idioma en el que hablaba el hombre.

— Por supuesto – les contestó el hombre, y los guió a una mesa en una esquina del bar, casualmente apartada de las demás.

— Muchas gracias – dijo la chica.

Los chicos procedieron a sentarse. Victoria, Thomas y Damiano en sillas, y Ethan y Rea se acomodaron en un sofá.

— ¿Hoy vas a salir a algún lado? – le preguntó Damiano a Rea mirándola a los ojos. Esta no se dejó intimidar, de hecho lo vio como un gesto amigable.

— Desde hace tiempo quería reunirme con una amiga que vive en Rotterdam, pero nunca se decide por una fecha, por lo que no puedo contestar con seguridad a tu pregunta – dijo Rea, manteniendo el tono formal. No lo hacía por incomodidad, era algo que ya tenía en su organismo, estaba acostumbrada a ese lenguaje.

— No importa. Era para invitarte a salir – dijo Damiano con picardía. Rea sonrió amigable. Se notaba la incomodidad en el ambiente, la cual el cantante había creado.

— ¡Ni de broma! Desde hoy es mi chica – dijo Victoria agarrando el brazo de Rea de forma protectora, lo que le hizo reír.

— O tu la mía – bromeó Rea. Está se acercó mucho a Victoria, lo que puso a la rubia muy nerviosa, haciendo reír aún más al grupo. Ethan también rió, lo que a Rea le pareció adorable.

El camarero se acercó a ellos. Con tanta cháchara, no habían decidido que pedir.

— Elije tu. Confío más en tu juicio que en el de Damiano, conociéndolo nos envenenará – dijo Thomas divertido. Damiano fingió indignación, aunque accedió a la propuesta de Thomas.

Pidió algunas cosas de las que los italianos nunca habían oído hablar.

— ¿Es normal tener miedo de lo que venga? – preguntó Ethan, haciendo que Rea se pusiera la mano en la frente, con falsa desconsolación.

— Sé que a algunos europeos el calamar puede parecerle raro, pero una vez lo pruebas no vuelves a ser el mismo – les aseguró Rea. Thomas disfrutó de la ilusión con la que hablaba la mayor.

En poco tiempo llegaron los platos, el servicio era muy bueno.

— Te quiero decir, he probado la tortilla otras veces, ¿¡Pero así!? Esto es el paraíso – dijo Thomas sin parar de comer. Rea rió ante esto. En el poco tiempo que había estado con él se le hacía muy tierno, Rea tenía la necesidad de protegerlo.

El resto de la comida transcurrió bien, todos disfrutaron bastante de lo que habían pedido. Sobre todo Thomas, al que las tapas le habían fascinado.

— Pago yo – se ofreció Rea.

— Ni de broma – respondió Damiano negándose por completo.

— ups, creo que ya lo he hecho – comentó Rea y Damiano rodó los ojos con molestia. – Yo os he traído, además siempre es un placer pagar la comida de måneskin.

Victoria hizo una reverencia divertida, a lo que Rea le besó la mano.

— Déjanos invitarte a un helado, entoces – propuso el cantante con insistencia.

— Lamentablemente tengo que volver. Y no me debéis nada, le tenía que devolver el favor a Ethan – dijo la chica guiñándole un ojo al mencionado.

— Te veremos por eurovisión – se despidió Thomas.

— ¡Eso espero! – contestó Rea, más como advertencia que esperanza.

paparazzi ; måneskinWhere stories live. Discover now