❄️ Capítulo 9 ❄️

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—Estoy como loco, cariño... llevo días sin saber de ti. Te he llamado y...

—Lo siento —lo interrumpió—. ¿Puedo verte ahora?

—¿Ahora? —tartamudeó, parecía conmocionado—. Sí, sí, por supuesto. Voy de inmediato para allá.

Sonrió sintiéndose reconfortada. De verdad no esperaba que él fuese corriendo a sus brazos cuando ella necesitara, pero en aquel momento le había demostrado lo contrario. Bajó cuando él le avisó que había llegado. Y allí estaba, abrigado como siempre.

Sintió un cosquilleo en el estómago cuando lo vio, y cuando se acercó, él le plantó un beso frío en los labios.

—Te extrañé —susurró, sin aliento.

Lo miró casi delirando, aún no sabía cómo reaccionar a aquellos besos, pero tampoco se negaba.

—También te extrañé —dijo, aunque no estaba segura de eso—. Gracias por estar aquí... no esperaba que vinieras —admitió, y entonces los abrazó.

Nathaniel la abrazó de vuelta, fuerte, cálido, y le dio un beso en la cabeza.

—Candy —susurró—. Llámame... siempre que lo necesites. Quiero que me llames. Quiero ser la persona en la que piensas cuando tienes miedo, y cuando no tienes nadie con quien hablar. Tu primera o última opción. Llámame. Y allí estaré para ti.

Sentía que su corazón latía tan fuerte que él lo escucharía. Sonrió conmocionada, y cerró los ojos, apretándose contra su pecho mientras olía su perfume, y después se alejó. Los ojos de Nathaniel brillaban como luceros.

—Hace mucho frío —la sostuvo por los hombros con una sonrisa tierna—. ¿Quieres un chocolate caliente?

Ella sonrió, y después de un suspiro, asintió. Nathaniel la tomó por la mano y ella lo siguió en silencio. Ésta vez también caminaron por nuevas calles para ella. Miraba alrededor, para aprenderse los caminos.

De pronto llegaron a una plaza que comenzaban a adornar con luces de navidad. Había una chica en el centro cantando mientras tocaba la guitarra.

—Qué bonito —Candy sonrió como una niña mirando a su alrededor.

—¿Te gusta? —preguntó él sin detenerse.

—Mucho —asintió, aspirando el frío del invierno que los envolvía. Y entonces él se detuvo frente la chica que cantaba.

Candy se sentía muy bien, y por un momento había olvidado el miedo y dolor que la consumían. Aplaudía a la chica, pensando sólo en lo bonito que cantaba, en lo bonitos que lucían los adornos y luces, y en lo bien que se sentía el aire fresco.

Y Nathaniel la abrazó, y cantó junto a ella, sonriendo todo el rato. Cuando volvió a dejarla en su residencia, Candy pudo descansar, tranquila, sin pensar en nada más.

Por la mañana tomó suficiente dinero porque no sabía cuánto tendría que pagar por la droga, pero más valía dejarle todo su dinero que dejarlo plantado.

En la universidad pretendió no mirar a los lados en todo el día para no encontrarse a Leonard. Quería concentrarse, porque si pensaba todo el día en lo mismo iba a enloquecer.

En matemáticas asignaron grupos de cuatro personas. Fue la última clase. Candy quedó con tres chicas y al salir del salón fueron a la biblioteca. Las chicas eran agradables, estudiaban y parloteaban a la vez, Candy se sentía cómoda pero no hablaba mucho.

Estaba concentrada en su libreta, cuando de pronto, pudo vislumbrar por el rabillo del ojo una sudadera negra que se adentraba a los pasillos de la biblioteca entre los estantes. Su corazón se aceleró, pero quiso pretender que no le importaba. Sin embargo, un momento después, se dio cuenta que no era la única que lo había visto.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Where stories live. Discover now