Capítulo 38

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Este capítulo se lo dedico a mi Blanquita... gracias por tu amistad y gran corazón.


Sasuke pasó de la esperanza de ganar ese reto fácilmente a la oscuridad y el mutismo, preocupando a Naruto y Shikamaru nuevamente.

Sai... no intentó nuevamente subir a un automóvil. Sus noches fueron eternas pensando: el pasado lo atormentaba, la culpa le pesaba y no podía huir porque la responsabilidad del futuro de Sakura estaba en sus manos.

La pelirrosa tampoco la pasó mejor que ellos.

Ojalá el tiempo no pasara tan lentamente cuando esperamos un acontecimiento que podría cambiar nuestro destino.

Al menos alguien no se quedó estancado en la preocupación como si se montara en una silla mecedora, si, de esas que se mueven y mueven pero no van hacia ningún punto.

—¿A dónde siempre, señor?

—Si.

Estaba oscuro cuando Itachi se subió en la limosina y como cada noche (en la que podía escaparse) se fue a la casa de la que alguna vez fue su prometida.

—¿Hoy si quiere que lo espere, señor?

—No, vete.

El pelinegro timbró en aquella vivienda. Su estómago se estremeció como le pasaba cada vez que se encendían las luces. Era la expectativa, era la emoción, era la esperanza.

Una joven y hermosa mujer de cabello castaño abrió la puerta.

—Ho-hola —dijo dudosa, se apresuró a salir y nerviosa trató de cerrar la puerta detrás de ella —No sabía que ibas a venir hoy.

—Pude terminar el trabajo más temprano de lo que pensé y quise venir a verte —ella asintió— ¿Llegó en un mal momento?

—Yo...

Desde que había regresado a Konoha su corazón martillaba por volver a ver a la mujer de la que se había enamorado cuando era un joven inocente, antes de que toda la maldad y la manipulación de Mikoto Uchiha lo volviera un instrumento para hacer una fusión con otra empresa por medio de un matrimonio arreglado. Antes de que su madre le causara tal daño a él y a esa chica hasta hacerla desaparecer de su vida.

Luego de ocho años por fin había tenido el valor de buscarla, primero había contratado a un detective para rastreala y al encontrarla la había llamado numerosas veces hasta que ella por fin aceptó verlo.

Izumi había cambiado, era imposible pensar algo diferente después de tantos años, pero él la había encontrado más mujer, mas valiosa, decidida y valiente. Después de haberse sometido a los peores vejámenes por culpa de su madre ella había reconstruido su vida y él estaba seguro de querer hacer parte de esta, sobre todo porque por fin estaba a punto de conseguir su libertad gracias a muchos años de trabajo y pruebas de que su esposa era terriblemente infiel.

Cuando lograron encontrarse ellos conversaron toda una noche sacando las heridas, llorando el pasado y hallaron la paz que les había sido esquiva por tantos años. Pero Itachi dejó claro desde el principio que él no se iba a conformar con eso, él quería de nuevo su vida de vuelta y en ella deseaba a Izumi.

Se habían visto dos veces más en las que él ratificó cada sentimiento. Él sabía que clase de persona era ella, recta, honesta, buena, pero en cada ocasión él sintió que había algo que ella ocultaba, algunas frases que dejaba sueltas, algunas miradas que por momento ocultaba.

Esta vez no le había avisado que venía, quería descubrir que era lo que ella mantenía en la oscuridad. Aunque su corazón estaba esperanzado en que Izumi nunca lo dejó de amar, hasta ahora ella había sido vaga para responder si quería o no darle una oportunidad.

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