¿Quién eres tú? Capítulo 16

Start from the beginning
                                    

Doña Margarita.- Bien, pues esta pesadilla terminó, y después de casi cuatro meses, no sólo hemos ganado una empresa más sólida, sino que nuestra familia ha aumentado de un modo muy satisfactorio, con la presencia de Betty y de Pepe, nos sentimos felices.

Don Roberto, sonríe.- Sí que es cierto, y una de las cosas que más me alegra es saber que Marcela nunca conocerá los verdaderos motivos del primer matrimonio de Armando, siempre pensará que la cambió por Vd, Betty ¿y sabe que le digo?, que rabie, por malcriada y egoísta...

**********************************************

A Pepe le estuvieron explicando con mucha tranquilidad los dos acontecimientos que iba a haber en su vida, primero su bautizo y después el matrimonio de sus papás, en el que él, tendría un importante papel, pues iba a hacer de paje, llevando en una cajita de plata, los anillos y la arras. De todo lo que le habían contado, lo que más le llamaba la atención, era el hecho de viajar en avión a una isla y vivir en una playa por bastantes días, y es que Armando le expuso que unos días después de la boda, en cuanto que los papás pudiesen dejar el trabajo por un tiempo, los tres se iban de viaje a San Andrés, y esta explicación la acompañó de fotos de la isla y de las playas que allí había. Esto lo tenía absolutamente ilusionado, porque acompañado al viaje, había promesas de baños en el mar, de juegos en la arena, de paseos en barco y en moto de agua y demás atractivos proyectos, para un niño pequeño y lleno de vida.

La tarde del sábado santo, mientras su mamá estaba con Catalina Ángel, la tía Camila y las dos abuelas en el Salón de belleza, preparándose para el matrimonio que se celebraba al día siguiente, el consintió en quedarse en casa de los abuelos Mendoza, con el primo y su papá y echarse una larga siesta, para poder estar despierto en su propio bautizo que era esa misma noche.

La ceremonia de la Vigilia Pascual, contiene una de las liturgias más hermosas de la iglesia católica, pues celebra el acontecimiento principal de la fe cristiana, la resurrección de Cristo, era costumbre en las primeras comunidades cristianas, allá por el siglo I, que los catecúmenos convertidos a la nueva fe, recibiesen el Bautismo durante la celebración de esa noche de júbilo, de ahí que en la actualidad se siga conservando esa costumbre y siempre que es posible, esa noche, dentro de esa misa de resurrección, se celebren bautizos de niños o de adultos.

Toda la familia estaba presente, sentados en el primer banco de la iglesia, Pepe con sus papás, y con sus padrinos, la abuela Julia y el abuelo Roberto, todos muy elegantes, incluido él, que iba de impecable blanco y con los rizos rubios, muy repeinados a la raya, con ayuda de fijador, por decisión del papá que fue quien lo preparó, mientras la mamá, se arreglaba ella misma.

La ceremonia fue hermosa, los Pinzón la conocían de cada año, para los Mendoza fue el recordatorio de prácticas religiosas abandonadas con el paso de los años y de la vida. Después de la predicación, el padre Guillermo les hizo acercarse al centro, frente al presbiterio, donde habían colocado una mesita con un bello juego de palangana y jarra de plata. Pepe, muy serio, delante de sus papás escuchaba al sacerdote con los ojillos brillantes, por la emoción de saberse protagonista del momento.

Siguiendo los pasos que marca el ritual, el sacerdote preguntó a los padres que piden a la Iglesia, para el pequeño, Betty y Armando, con voz firme, responden el Bautismo, a continuación el celebrante signa con el óleo de los catecúmenos (aceite bendecido) la frente y el pecho del niño, y después invita a los padres, padrinos y al propio Pepe, que responde muy formal, a que hagan las Promesas del Bautismo, es decir renuncia publica al pecado y al mal y admisión de la fe, en las verdades que profesa la Iglesia Católica, por fin, llega el momento culminante, Armando lo alza por debajo de los brazos, y él agacha la cabecita, sobre la palangana de agua, mientras el padre Guillermo, repite la formula tradicional: José Armando, yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo después, encienden una vela del cirio pascual, y se la entregan a él, para que la sostenga. Cuando es un bebé el que se bautiza, la suele sostener el padre o el padrino, pero como Pepe es grande, puede hacerlo por si mismo. Antes de regresar a su sitio en el primer banco, el cura les felicita y al hacerlo con el chiquillo, éste sonríe ampliamente.

Historias de Betty, la feaWhere stories live. Discover now