Capítulo 33: Un pecado más

Start from the beginning
                                    

—Lo que he propuesto no es porque crea que estas sucia o indeseable—la voz de Damian Deutsch nuevamente se ha vuelto más ronca de lo normal—Tenéis una promesa que debes cumplir.

—Primero muéstrame donde tenéis a Erik Friedrich—afirmo con seguridad sin despegar mis ojos de los de él.

—Estáis acabando con mi paciencia, pequeña—gruñe ante mi petición sin embargo sujeta mi mano y me conduce al destino solicitado—Aquí lo tenéis.

Si creí que nunca volvería a sentir el vació y el dolor que mi madre dejo cuando decidió quitarse la vida, estaba muy equivocada. Otra vez mi corazón volvía a fragmentarse, otra vez volvía a ser esa niña de seis años perdida, indefensa y herida. Mi único amigo verdadero sigue crucificado boca abajo, su cabeza completamente violácea me indica la gravedad de la situación, puedo visualizar cada corte que ha atravesado su fina piel, moretones de todos los colores adornan sus piernas y dorso, su único delito fue ayudarme, debo rescatarlo antes de perderlo por completo.

—¿Cómo lo habéis encontrado?—cuestiono intentando no quebrantarme.

—¿Recuerdas qué te quitamos el teléfono antes de ir a la cacería? Resulta que tu amiguito envió un mensaje de emergencia—Damian Deutsch suspira cansado de tener que revivir ese momento—Al principio fue difícil interpretarlo pues estaba en código pero luego de unos minutos y con la ayuda de las cámaras pudimos rastrearlo con éxito.

—¿Qué decía el mensaje?—mi voz suena aguda producto de que no durare mucho en sollozar—Damian, por favor.

—Has pedido demasiado, es hora de que cumplas lo pactado—ordena autoritariamente mientras me sujeta con fuerza para alejarme de la habitación donde está Erik Friedrich.

—¡Ni una mierda!—grito tratando de zafarme—¡Soltadme de una puta vez!

—¿Por qué te interesas tanto en él? ¿Lo amas?—nuevamente vuelve a realizar la misma pregunta pero esta vez ya no es el ángel caído tranquilo quien habla sino el monstruo del inframundo.

—Y si así fuera ¿Qué?—cuestiono a pesar de que sé que estoy empeorando la situación—Necesito que me digas la verdad.

—Pides honestidad y ni siquiera puedes darla—ríe sarcásticamente mientras nos encierra a ambos en una habitación demasiado grande, alucinante, perfectamente intimidante—Ponte cómoda, no saldrás en un buen tiempo.

—¿A la primera discusión y ya queréis salir corriendo? ¡Pues que te den, gilipollas!—grito histérica por su reacción, no puede dejarme e irse como se le dé la gana.

—¿Cómo me habéis llamado?—cuestiona ofendido por el término que he utilizado para describirlo.

—¿Qué? ¿El señor todopoderoso sufre de sordera infernal?—ahora soy yo la que ríe sarcásticamente, un grave error que me costara toda la vida.

—No me provoques—amenaza Damian Deutsch mientras intenta controlarse para no destruirme.

—Lamento desilusionarte pero he venido a joderte la muerte—contesto e inmediatamente retrocedo al ver como el rey del inframundo se acerca lentamente a donde estoy.

—Entonces la pagarais muy caro—una de sus manos sujeta mi cuello estampándome contra la pared—Jodeme los días que quieras pero nunca te vayas de mi lado—acto seguido une nuestros labios en un beso salvaje e incontrolable.

Intento apartarme pero en el fondo sé que no es lo que realmente quiero, tal vez sean los sintomas del síndrome de Estocolmo, donde la presa queda completamente enamorada de su secuestrador pero en dado caso que no fuese esa la razón entonces estaría demasiado demente y dañada para aceptar el hecho de que me siento atraída y locamente enamorada de este ente sobrenatural. Damian Deutsch sujeta ambas piernas indicándome que las enrolle alrededor de su cintura, jadeo en cuanto su pene hace presión contra mi vagina, debí haber usado bragas, al menos retrasaría un poco la situación.

MI SANGRE EN SUS MANOSWhere stories live. Discover now