-¡Ay no!, mi bebé -dijo su madre llorando abrazada de su padre-

Nunca los había visto pero el parecido era muy visible. Los agentes fueron en búsqueda para ver si lograban encontrar algo más y otros oficiales se quedaron con nosotros.

Yo solo esperaba que ella se encontrara bien, que estuviera a salvo.

-¿Usted es el dueño de este lugar? -preguntó un policía al hombre, que descubrí que su nombre era Christian-

-No oficial, solo soy el coordinador de los eventos.

-Necesito hablar con los de seguridad, noté que tienen cámaras de seguridad, hay que registrarlas.

¿Cómo no lo pensé antes? El edificio estaba lleno de cámaras por fuera, y como no, si era uno de los más prestigiosos aquí.

-Enseguida.

Fuimos todos rápidamente hacía el área de seguridad, los oficiales hablaron con el personal y comenzaron a revisar las grabaciones recientes. Pasaban las imágenes en cámara rápida y no veíamos nada, todos mirábamos atentamente sin decir nada, hasta que apareció... ahí estaba. Se podía ver como ella iba caminando en un callejón al otro costado del edificio y como un hombre aparecía detrás de ella para luego atacarla y seguidamente Amanda cayera desmayada. El hombre actuó rápidamente y la tomó en sus brazos para entrar...¿Por la pared?

La imagen era borrosa, el de seguridad la pausó y le hizo zoom para poder ver más detalladamente. Yo estuve ahí, y definitivamente no había ninguna puerta. ¿Entonces cómo?

La madre de Amanda aún lloraba, y más al ver lo que realmente había sucedido, mientras tanto su padre miraba con el ceño fruncido la reproducción del vídeo.

Y, ¿Quién mierda era ese hombre? ¿Por qué le hacía esto? ¿Qué quería hacerle? Solo pensaba en atraparlo y golpearlo con todas mis fuerzas.

-Debemos ir de inmediato al lugar.

El oficial aviso por su radio a los demás que fueran directamente al lugar y nosotros salimos de aquella sala para también dirigirnos a la zona. Me sentía ansioso, el cuerpo me temblaba, quería abrazarla, quería sentirla junto a mí, sentir su dulce perfume y su cálida piel junto a la mía.

Con un montón de refuerzos de policías llegamos al callejón, este se encontraba vacío y la lluvia había formado miles de charcos. Y finalmente estando ahí y mirando detalladamente pudimos observar que por la pared que había desaparecido Amanda había una puerta, una puerta pintada del mismo color que la pared pasando totalmente desapercibida. Ambas eran de ladrillo color colonial, por ende, con los relieves apenas se notaba.

Que astuto eres, imbécil.

La puerta estaba trabada y los oficiales comenzaron a golpearla y finalmente rompieron la cerradura con un aparato especial. Iba a entrar junto con ellos, pero uno me detuvo poniendo su mano en el pecho.

-Por seguridad, debes quedarte aquí.

¿Qué? Yo quería ir, quería verla, saber que está bien. 

-Quédate junto a nosotros -dijo el padre de Amanda detrás de mí-

Tenía los nervios a flor de piel, al igual que sus padres, los tres dábamos vueltas por el lugar ansiosos, pero aún nadie se asomaba. Segundos después escuchamos un disparo y paramos en seco, nos miramos con miedo. ¿A quién había sido ese disparo?

No podía quedarme aquí de brazos cruzados, necesitaba saber que pasaba.

-¡Evan! -gritó el padre de Amanda cuando me vio entrando por la puerta mientras corría.

Me adentré al lugar, todo estaba demasiado oscuro. Era un enorme pasillo y al final de este había una escalera que se dirigía a un sótano. Dentro del sótano pude ver una habitación con una pared llena de fotos de chicas, incluida Amanda. Había una cama individual en una esquina y un escritorio con una computadora.

Que mierda tienes en la cabeza.

Al otro lado del sótano había una puerta que estaba abierta y fui corriendo hacía ahí, y la vi, finalmente la vi. Estaba sentada sobre un viejo colchón, estaba abrazada a sus rodillas, sus manos sangraban y su labio también, los policías la estaban interrogando y revisando de que todo estuviera bien. Y al otro lado de la habitación estaba ese imbécil, tirado en el suelo...con una bala en su pecho.

-¡Amanda! -grité con entusiasmo al ver que ella estaba bien, al darse cuenta de mi presencia giró su vista hacía mi y se levantó rápidamente para saltar a mis brazos-

Las lágrimas me nublaron la vista, ella sollozaba en mi pecho y me abrazaba con fuerza, su piel estaba helada y su cabello desordenado, pero su aroma intacto. La tenía aquí junto a mí y no podía sentirme más feliz.

-Lo siento tanto princesa -dije entre sollozos atrayéndola más hacía mí, no quería separarme nunca de ella-

-Te quiero Evan, te quiero tanto -se separó unos centímetros de mi para mirarme-

Mi corazón saltó de felicidad en ese momento, al escuchar sus palabras.

-Yo te amo, Amanda Ricci.

Ella me observó con asombro y ambos sonreímos para luego besarnos con ternura, con amor.

(...)

-Estamos muy agradecidos Evan -me dijo su madre con emoción en su mirada- No sé qué hubiera sucedido si tú no hubieras estado ahí.

Me sonrió con dulzura y luego me abrazó.

Estuvimos todo el resto de la noche en la comisaría, Amanda debía dar su declaración de lo sucedido y hubo un montón de papeleo, pero cuando eran aproximadamente las cinco de la mañana pudimos irnos. Los seguí en mi auto hacía su casa, no quería separarme de ella.

-Vayan a descansar, y olvidarnos de esta terrible noche -nos dijo su padre cuando ya estábamos dentro-

-Sí -dijo ella con una sonrisa torcida-

Ellos tres se abrazaron y se dijeron algunas palabras, yo me quedé observándolos con ternura.

Una vez en su habitación Amanda fue directo a la ducha para poder limpiar cualquier rastro, en la comisaría le habían curado sus heridas y le habían vendado con algunos parches. Entré al baño unos minutos después y ella estaba sentada en la ducha llorando mientras el agua caía sobre su cabeza. Me acerqué hacía ella quedando a su altura y tomé su mano.

-Tenía tanto miedo, no sabía si iban a lograr encontrarme... -dijo en un sollozo-

-Pero lo hicimos, princesa. Y prometo que no dejaré que nada malo te suceda, nunca más. 

Aprendiendo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora