❄ Capítulo 1 ❄

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Él hombre le apretó la boca y le presionó la cabeza contra su pecho antes de hablarle al oído.

—Tienes que calmarte, ¿de acuerdo? —balbuceó en un susurro. Ella respiraba entrecortadamente—. ¿De acuerdo? —volvió a decir, con la voz más alta, y ella se obligó a asentir con la cabeza, porque le estaba costando respirar.

Él hombre comenzó a apartar la mano de su boca con parsimonia, y tomándola por los hombros la volteó frente a él.

Era un chico rubio que no parecía ser mucho mayor que ella. La cara roja y el aliento a alcohol denotaban lo ebrio que estaba.

—No me hagas daño, por favor —sollozó la pequeña mientras las lágrimas salían de sus ojos y los labios tiritaban. Él la levantó del pavimento y la sostuvo por los brazos.

—Sólo no lo hagas difícil —fue lo único que dijo él, devolviéndola a la realidad.

Candy agachó la cara y apretó los dientes, frustrada, sin poder dejar de llorar.

Cuando alzó una mano para enjugarse la nariz sintió cómo los brazos del rubio flaquearon. Lo miró a la cara de inmediato, mientras su corazón se agitaba. Él seguía mirándola fijo, con la cara roja, con la mente en la luna. Podía darle una patada en la ingle y salir corriendo. Pero justo cuando lo pensaba, el otro chico se aproximó hacia ellos.

—¿Todo bajo control? —preguntó llegando con un arma en la mano.

Candy lo miró, con un poco de miedo, con un poco de odio. Ése definitivamente era el cabecilla. Parecía mayor, más duro, más malo y, lo peor, menos ebrio.

—Ella está colaborando —respondió el rubio, casi arrastrando las palabras.

—Bien —dijo el otro con una sonrisa y la jaló por un brazo.

Candy alzó la cara para mirarlo. Él caminaba decidido, con una sonrisa y un brillo perverso en la mirada. Tendría veintitantos años, era moreno, alto y musculoso. Probablemente estaba en la universidad, y con aquel aspecto tan atractivo podría tener a las chicas que quisiera, ¿por qué estaba haciendo eso? Él agachó la cara para mirarla, y ella miró al piso de inmediato.

La arrastró con más fuerza.

Se adentraron detrás de los árboles que daban a la orilla de la calle, caminando entre arbustos hasta encontrar un espacio donde la lanzó al suelo. Ella se levantó. Miró a su alrededor. Sabía que nadie los encontraría. Ellos le harían daño y nada podría evitarlo.

—Desvístete —el chico del arma la apuntó.

Candy comenzó a llorar otra vez, respirando con pesadez mientras su corazón latía cada vez más rápido. Él se sentó frente a ella, mientras el rubio se quedó parado, tambaleándose un poco, mirándola con esa cara roja ebria. Ella lo miró, suplicándole con la mirada, deseando sin nada de esperanza que la ayudara. Pero entonces él agachó la cara y se sentó.

—Quítate la ropa ya, ¿o no escuchaste? —balbuceó.

Ella lloró y sacudió la cabeza.

—Por favor no...

—¡Muévete ya! —gritó el moreno, haciéndola brincar del susto. El rubio también brincó un poco.

Candy lloró más, fuerte, con rabia. El arma apuntándole le amenazaba con la muerte, y una parte de ella prefería morir ahora, sin embargo la otra parte ya se encontraba quitándose el abrigo. De verdad no quería morir. No de esa manera.

Dejó caer el abrigo y sorbió la nariz antes de poner las manos en el dobladillo de la camiseta. El contacto de sus dedos fríos con el vientre la estremeció. Apretó los dientes mientras otras lágrimas calientes caían por sus mejillas.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Where stories live. Discover now