Capítulo 41

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A Valeria le parecía extraño estar saliendo con alguien y no profesar sus sentimientos por esa persona, o que esta lo hiciera con ella. Cierto era también que no eran novios de verdad, solo fingían para hacer las cosas más fáciles entre ella y su primo, probablemente hermano. La chica prefería seguir pensando que era lo primero hasta que se demostrara lo contrario, aunque también reflexionaba sobre la posibilidad de torturarse más con la intención de no seguir cayendo, de que sus sentimientos se esfumaran lo más pronto posible. Su padre se lo había tomado bien, por supuesto. Consideraron importante comunicárselo para que llegara a oídos de su primo y, además, todo se sintiera más real. Caminaban cogidos de la mano y de vez en cuando se lanzaban miradas, pero no iban mucho más allá y, aun así, nadie cuestionaba nada.

—¿Soy el único que se siente extraño así? —preguntó León de pronto, balanceando su mano y la de ella mientras las observaba—. Sé que fui yo quien propuso esta locura, pero lo de cogernos las manos... ¿Deberíamos haber esperado más tiempo? —Frunció el ceño solo un poco sin alzar el rostro.

Valeria posó sus ojos sobre él, deteniéndose.

—Yo no me siento incómoda, si es lo que piensas —aseguró—. Me gusta la sensación, no sé...

León levantó la cabeza y clavó su mirada azul sobre ella. Al ver la sonrisa de su amiga, el corazón bombeó con mayor rapidez la sangre por el resto de su cuerpo, logrando que sus mejillas se tiñeran de un ligero rubor. Valeria se centró en el rostro de León y soltó su mano con la intención de agarrar sus mejillas.

—Siempre he sido consciente de tu atractivo, pero verte sonrojado es de lo mejor que han podido ver mis ojos —admitió.

Él sujetó las muñecas de Valeria.

—No digas tonterías.

—No son tonterías —declaró, acercándose más al rostro masculino—. ¿Crees que te mentiría con algo así?

—Tal vez no, pero solo estamos fingiendo, no tienes que decirme estas cosas porque no hace falta.

Sus manos acariciaron los brazos de Valeria en contradicción con lo que dijeron sus palabras, pero ninguno de los dos hizo alusión a ese hecho.

—No lo hago por obligación.

León volvió a tomarla de las muñecas para retirar sus manos del rostro. La chica quedó descolocada ante el gesto, sobre todo cuando sin ningún reparo depositó un beso sobre ambas.

—Espero que conmigo nunca te sientas obligada a hacer nada.

Esas palabras dejaron a Valeria aún más confusa.


···


Esa misma noche, Manuel llevó a Margarita a cenar al restaurante donde trabajaba su amigo Fran, quien se encargó de atenderlos. Una vez tuvieron las bebidas delante, y mientras esperaban la comida, los dos conversaron con tranquilidad.

—¿Recuerdas lo bien que nos lo pasábamos antes? —preguntó ella con una sonrisa nostálgica.

—Sí, nos lo pasábamos bien en cualquier sitio. También veníamos mucho a comer aquí.

—Es una pena que no podamos retomarlo, pero me conformo con mantener mi amistad contigo. Al fin y al cabo siempre hemos sido amigos...

—Amigos con beneficios y debo añadir que estuvo bastante bien. Nada mejor que tener sexo con alguien de confianza.

No quería hacer especial énfasis en el tema del sexo, pero tampoco quería darle falsas esperanzas. Bebió un trago de su bebida y ella hizo lo mismo.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now