Capítulo 34

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Tal y como habían quedado, Valeria fue a visitar a Manuel el día después de que arreglara la casa junto a su padre. Su cuerpo temblaba y las piernas apenas respondían de forma adecuada a lo que mandaba su cerebro. La puerta de casa la abrió su primo y le anunció que el resto estaba fuera gracias a que su madre había convencido a Carmen para salir.

—No lo he sabido hasta hoy, por si te lo preguntas —se adelantó él en cuanto cerró la puerta.

Y sabiendo que solo estaban ellos dos en casa, Valeria le abrazó sin perder más tiempo.

—¿Vamos a mi habitación o al estudio?

—A tu habitación. Si los vemos venir por la ventana haremos como si no hubiera pasado nada.

—No sé lo que tardarán en volver así que es posible que no podamos...

Valeria le calló colocando el dedo índice en sus labios.

—Me bastará con estar abrazada a ti. —Sonrió.

Rodeó el cuello de su primo con los brazos y se puso de puntillas para acercar sus labios a los de él. Manuel la correspondió y poco a poco, con cuidado, la condujo a su habitación a través del pasillo. Al llegar, se separaron para mirarse con el deseo que llevaban mucho tiempo conteniendo. Sin embargo, el gesto de él delataba cierta tristeza.

—¿Qué pasa? —preguntó ella al percatarse.

Manuel se separó de su prima y se acercó a la ventana para mirar a través de ella. A esa hora de la tarde nadie paseaba por esa calle. Juntó sus manos a la espalda antes de hablar.

—Ayer tuve una conversación con mi tío y las cosas que me dijo me dejaron bastante confuso.

—¿De qué hablasteis?

Él se giró para observarla al notar el tono intranquilo de su voz.

—No le he hablado de lo nuestro. Está tan ocupado queriendo que León sea su yerno que no creo que sea capaz de contemplar otras posibilidades.

—¿Eso te dijo?

—Por supuesto. No sé cómo llegamos a eso, pero se encargó de dejarme bien claro que él es un buen partido para ti. Lo peor de todo es que quizá tenga razón...

—¿Qué? —Valeria se aproximó a su primo y apoyó las manos en su pecho—. ¿Quieres que dejemos esto?

—No quiero, pero si tenemos todo en contra, ¿cuánto más podremos aguantar? También está tu madre, que algo sospecha por mucho que yo intente evitarte para no darle motivos.

Ella se abrazó a su primo con vehemencia y empezó a sollozar, aunque intentara evitarlo.

—Tengo mucho miedo, Manuel. ¿Y si nos descubren y nos dan la espalda? ¿Y si todo el pueblo descubre nuestra relación y terminan señalándonos por la calle? ¿Estamos destinados a ir al infierno por amarnos más allá de lo familiar?

Manuel acarició su pelo mientras la escuchaba hablar y la mandó callar para que no continuara. La acunó en sus brazos y fijó su vista en algún punto de la pared que tenía enfrente.

—A mí me da igual si me tengo que ir de este maldito pueblo de una vez, pero no quiero que tú tengas que hacerlo por mi culpa. He sido yo quien te ha empujado a todo esto, al sufrimiento que supone tener que llevar lo nuestro en secreto. Tú no has tenido la culpa de nada así que no te atormentes de esa forma, por favor. Se me encoge el corazón al verte así...

Valeria separó la cabeza del pecho de su primo y lo miró a los ojos. Él hizo lo mismo con ella hasta que, al final, sus labios volvieron a unirse en un beso corto que se repitió varias veces antes de que fuese largo de nuevo. Se sentaron sobre la cama y siguieron besándose sin hacer otra cosa que acariciarse por encima de la ropa.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now