Capítulo 3

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Una semana después de su llegada al pueblo, Valeria recibió una llamada de su madre. Cogió el teléfono inalámbrico y se sentó en su cama para hablar con tranquilidad. Tras el saludo, Carmen no se anduvo con rodeos.

―¿Cómo están tus tíos? ¿Dijeron algo...?

La chica suspiró.

―En todo el tiempo que llevamos aquí no han dicho nada sobre vuestra separación. ―Hizo una pequeña pausa y luego continuó―: Tampoco han comentado nada sobre ti, así que no tienes que preocuparte por eso.

―Jamás pensaría en esa posibilidad. Los conozco y sé que nunca harían algo así...

―Lo sé, lo sé. ―Valeria colocó dos dedos sobre el puente de su nariz y cerró los ojos, haciendo una pausa durante el proceso―. Lo siento, mamá, pero no es un buen día para hablar sobre esto...

No estaba pasando por un mal momento ni se había levantado nostálgica, pero hablar sobre el tema provocaba en ella una profunda tristeza. Por un instante intentó imaginar cómo habría reaccionado de haber tenido ella menos edad, pero no era capaz.

―¿Está tu padre por ahí?

A Valeria le sorprendió esa pregunta.

―Sí, ¿quieres hablar con él?

―Si no es molestia...

La chica se levantó y salió de su habitación en busca de su padre. Lo encontró en la cocina preparando el almuerzo. No se negó a hablar con Carmen porque la cosa entre ellos había terminado bien. Decidió marcharse de nuevo a su cuarto para dejarles intimidad. Cerró la puerta en cuanto llegó y vio que en su móvil parpadeaba la luz de las notificaciones. Se sentó en su cama y cogió de la mesita el aparato para desbloquearlo. Tenía varios mensajes de Manuel.

» ¿Cómo estás, Val?

» Mi madre os quiere invitar a cenar hoy, ¿podréis venir?

» De todas formas, llamaremos sobre las cuatro...

El tercer día que ella fue a ver a sus tíos y a su primo fue cuando Manuel empezó a llamarla Val. Al leer los mensajes, sonrió sin apenas percatarse de ello, hasta que lo hizo y se paró a pensar qué era lo que le pasaba. Después de eso, respondió a los mensajes:

» Está bien, esperamos vuestra llamada, pero que sepas que me encantaría poder ir.

» Por cierto, estoy bastante bien. Un poco nostálgica, tal vez, pero nada que una buena velada con vosotros no pueda arreglar.

De hecho, ya deseaba que llegara la noche para cenar con ellos, aunque aún no hubieran dado una respuesta. Sabía que su padre no se negaría.


···


Estaba nerviosa, demasiado quizá. No se había cambiado de ropa, pero sí se había maquillado un poco, como solía hacer cuando pretendía salir. Llevaba unos pantalones negros ajustados y una camisa de cuadros cuyo color predominante era el rojo. Se había puesto unas botas negras de tacón que le resultaban bastante cómodas. Cuando su padre la vio aparecer en el salón, sonrió.

―Parece que vas a ir a cenar a un restaurante de lujo.

―Me gusta sentirme y estar guapa, eso es todo ―comentó ella, restándole importancia a su apariencia―. Lo dices como si nunca me hubieras visto así desde que estamos aquí en el pueblo.

―Maquillada creo que no, pero tampoco es malo que lo hagas. A decir verdad, empezaba a preguntarme por qué no lo habías hecho aún...

Valeria sonrió.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now