Capítulo 33

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León no dejaba de mirar a Valeria mientras acumulaba las ganas de estrecharla entre sus brazos. Bebió algunos sorbos de su chocolate mientras la escuchaba hablar.

—Ha venido Manuel con su amiga.

Aquello le hizo volver a la realidad.

—Me pone negra verle con alguien que no sea yo... Pero no tengo más remedio que aguantarme, ¿no es así? —Bajó la voz antes de añadir—: Es decir, no somos nada más que primos y, como ya le dije, no sería tan descabellado que encontrara a alguien con quien rehacer su vida o con quien fingir que no pasa nada entre nosotros.

—¿Y crees que él la escogería a ella? Quizá tenga en mente a otra persona o prefiera a una desconocida...

—Lo dudo. Estoy segura de que lo último que quiere es que una desconocida se interese en él más de lo que querría. Ni siquiera sé por qué se fijó en mí. Es decir, soy su prima, no tendría que haber pasado nada de esto. Y como mis sospechas sean ciertas, menos todavía...

—Pero de momento no hay nada seguro así que seguís siendo primos y eso es lo que importa —zanjó León.

—Gracias por estar aquí conmigo. —Valeria extendió la mano para acariciar la de su amigo por encima de la mesa.

Él giró la muñeca e hizo lo mismo con la de ella. Le dedicó una pequeña sonrisa, aunque no le pasó desapercibido que su mirada estaba centrada en la mesa en la que supuso que se encontraría Manuel. Suspiró y la soltó para terminar de beber el líquido de su taza.

En la distancia, él la vio inclinarse sobre la mesa, pero no pudo observar lo que sucedía entre ellos porque la espalda de León se lo impedía.

—¿Estás preocupado por tu prima? —preguntó Margarita.

—No puedo evitarlo, ese chico no me cae bien.

La morena se giró con la intención de saber qué era lo que no le convencía de él, pero al verlo de espaldas solo pudo fijarse en el casco de moto que estaba sobre una de las sillas. De nuevo miró a Manuel con una ceja alzada.

—No será porque va en moto ¿verdad? No tendría sentido teniendo en cuenta que tú también tienes una que conduces a menudo.

—No, no es eso —le aseguró, restando importancia a esa información que ella le había dado—. Hay algo en él que no me termina de cuadrar.

—Pues a tu prima se la ve feliz. ¿No te conformas con eso?

Manuel apretó el puño derecho y dio un pequeño golpe sobre la mesa. Fue la respuesta que necesitó Marga para saber que no, no lo hacía, y que había algo más que él no le quería contar.

—Nos vamos —anunció sin dejar de mirar hacia la mesa de su prima.

Se levantó de la silla y sacó la cartera con la intención de pagar. Su amiga se levantó también, llevó la pequeña bandeja hasta la barra y no le permitió que pagara toda la cuenta. Manuel no puso objeciones y después de que les cobraran, salió de allí a toda prisa con ella.

Valeria observó la escena desde su mesa con los labios entreabiertos. Cuando perdió de vista a su primo, posó sus ojos sobre León.

—Ya se han ido... —Suspiró.

Le habría gustado reírse, pero no sintió esas ganas de hacerlo a carcajadas como al principio de la velada con su amigo en aquella cafetería. Todo se había tornado triste para ella, no solo por los recuerdos que la atormentaban, sino por verle con otra. No obstante, tendría que empezar a acostumbrarse.


···


Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now