Capítulo 26

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No durmieron en toda la noche. Era tanto el anhelo que sentían que aprovecharon al máximo la oportunidad que les brindó el destino. Por eso, cuando amaneció, ninguno de los dos había descansado lo necesario. Valeria estaba en los brazos de Manuel con la mirada perdida en la ventana de la habitación.

—No quiero que te vayas, pero deberías hacerlo.

Él movió la cabeza para verla, pero ella mantuvo su rostro apoyado en el pecho desnudo de su primo.

—¿Ya me estás echando? ¿Tan mala ha sido la noche? —bromeó.

—¡Oh, no! —exclamó, levantando la cabeza para mirarle—. No es eso, pero deberías volver a tu casa. No podemos levantar sospechas y creo que mi madre ya debe saber que no he pasado la noche en la mía...

—Tienes razón.

La apretó más entre sus brazos y tras darle un beso en la cabeza se removió para levantarse. Valeria se incorporó cubriéndose con la sábana sin dejar de contemplar los movimientos de Manuel.

—¿Qué vas a hacer tú? —preguntó mientras se ponía los pantalones.

—Me quedaré aquí. Lo último que quiero es encontrarme con mi madre... —Valeria desvió la mirada hacia el colchón.

Manuel cogió la camisa de la silla y se la puso con la mirada fija en su prima.

—Si necesitas algo, lo que sea, llámame.

Ella volvió a posar sus ojos sobre él y esbozó una sonrisa.

—Lo haré.

Manuel, tras abrochar los botones, se remangó la camisa. Al terminar apoyó las manos sobre la cama con la intención de despedirse de ella, pero Valeria se levantó para aproximarse a él. Manuel, que no dejó de observarla durante todo el proceso, se incorporó con una mirada pícara.

—Me pides que me vaya, pero acercándote así es como si me pidieras que me metiera de nuevo en la cama contigo —comentó, divertido.

Ella sonrió, puso su mano derecha abierta sobre la mejilla de su primo y empujó hacia el lado opuesto.

—Que idiota eres.

Manuel volvió a mirarla de forma directa antes de que sus labios se unieran a los de Valeria. Y aunque no planearon que fuera un beso largo, se les fue de las manos cuando él la agarró de la cintura con la intención de recorrer de nuevo su espalda. Ella se dejó llevar hasta que su cordura regresó y se separó de las juguetonas manos de su primo.

—Bueno, ya está bien. —Y se dio la vuelta para rodear de nuevo la cama.

Antes de alejarse de él, Manuel le dio una palmada en la nalga derecha y ella dio un respingo. Giró medio cuerpo en su dirección para dirigirle una mala mirada, aunque pronto la cambió por una sonrisa. Él le devolvió el gesto antes de ponerse a caminar hacia la puerta de la habitación.

—Te llamaré en cuanto pase la prueba de fuego.

—Estaré esperando tu llamada.

Cuando Valeria quedó sola en la habitación, se tumbó en la cama con los brazos abiertos y una sonrisa que no pudo reprimir. No dejaba de sentir ese cosquilleo constante en el vientre que le provocaba Manuel, estuviera o no presente, y se sintió adolescente otra vez. Suspiró con la mirada fija en el techo.


···


Manuel conducía de camino al pueblo, cuando recibió una llamada inesperada. Pulsó sobre la pantalla situada en el salpicadero del coche y saludó al aire.

Sucumbir a lo prohibidoWhere stories live. Discover now