CAPÍTULO 56

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Han pasado ya unas semanas desde que jugamos al juego de verdad o reto. En esas semanas ha pasado un poco de todo.

Los amigos de Adrián y mis amigos nos hemos vuelto un gran grupo, ahora quedamos cuando podemos, aunque la semana pasada no hemos podido hacer nada ya que empezábamos a estudiar para los exámenes de esta semana.

Entre Iván y Fernández las cosas van poco a poco, o eso me dijo él.

– ¿Qué pierdo si intento algo con Iván? – me preguntó Fernández en la oscuridad de mi habitación un viernes que se quedó a dormir a mi casa.

– Nada. – le dije yo – No pierdes nada, le quieres, puede que salga algo bueno de todo esto. Podéis ir despacio, paso a paso, no tenéis que ser la pareja idealizada que se besan el primer día, podéis ir despacio, la opinión de la gente no debe importaros a ninguno. Vosotros marcáis el ritmo.

Mi amigo se quedó en silencio unos minutos. Antes de que pudiera hablar la luz de su teléfono ilumino diez segundos la habitación. Oí como Fernández se movió hasta su móvil y la pantalla volvió a iluminarse al igual que el rosto de mi mejor amigo.

– Me ha escrito – me incorporé un poco para ver mejor el rostro del chico. – Me pregunta si estoy libre mañana.

Le observé en silencio, mientras él movía sus dedos por encima del teclado de su móvil, pero sin llegar a tocarlo; imaginándose diferentes respuestas para Iván. Finalmente, vi como tecleaba un par de letras, seguramente un "si", un "OK" o quizás un "no", después de unos segundos volvió a teclear otra palabra corta.

Volví a tumbarme correctamente en mi cama; y cuando Fernández se acostó en su improvisada cama, me pareció que sonrió para luego decir:

– Mañana tengo una cita con Iván.

Días después le pregunté sobre la cita, y solo me dijo una palabra. "Perfecta."

No había conseguido saber más, pero me alegro por él.

Olivia y Elías vuelven a ser como antes, unos grandes amantes.

Desde la llamada al padre de Olivia esa tarde en la casa de Vicky las cosas entre ellos han ido mejorando.

– ¡Buenos días! – nos saludó Olivia alegremente esa mañana. Algunos de nosotros le contestamos con un asentimiento de cabeza mientras otros le contestaron otro "¡Buenos días!" aunque un poco más decaído.

Todos continuamos con nuestras cosas, hasta que otro saludo nos hizo alzar la cabeza de teléfonos y libros o cortar nuestras conversaciones y mirar a Elías, que acabada de llegar.

– Hola. – dijo él al llegar, algo claramente normal y esperado; pero lo siguiente dejó de tener esos adjetivos para pasar a ser algo inesperado y desde hace unas semanas diferente.

Elías besó a Olivia. Fue un roce de labios, nada más, pero eso era algo muy grande después de tanto tiempo.

– ¿Habéis vuelto? – preguntó Vicky subiendo el tono de voz y haciendo que algunos estudiantes que pasaban cerca de nosotros nos miraran.

Ellos se miraron unos segundos para luego asentir lentamente con una sonrisa.

Ellos no son los únicos que "triunfan" en el amor. Vicky y Lucas también van bien entre ellos.

– ¡Me besó! – gritó Vicky cuando la preguntamos sobre su cita. – Fue cuando nos bajamos de la montaña rusa, fuimos a ver las fotos, esas que hacen de recuerdo donde sales fatal porque vas gritando, pues decidimos contarla y dije yo "¡Salgo horrible!" ¿Sabéis que me contestó? "Sí, sales horrible" – dijo intentando imitar la voz de Lucas – En ese momento yo estaba rojísima, pero después se acercó a mi oído y me susurró: "Pero menos mal que me gustas así de horrible" y después me besó. – Vicky sonríe tontamente después de decir eso. – El resto de la tarde la pasamos entre sonrisas y besos.

Mati y Sofi seguían igual, hablando a distancia, pero eso no les impedía quererse menos.

¿Qué podría salir mal?

– Hola – le digo a un Adrián tumbado en la cama con un brazo sobre su cara que no me deja ver bien su rostro. Últimamente le he visto más pensativo de lo normal, por eso hoy, sábado, me he acercado a verle a su casa. Rosa dice que le gustan mis visitas, por eso hay algunas veces que no aviso.

Dejo caer mi cuerpo al lado del suyo y le rodeo con mis brazos, abrazándolo.

Él en respuesta a mi saludo y a mis actos me rodea con sus brazos y besa mi frente.

– ¿Por qué alguien en silla de ruedas?

Suspiro.

Adrián ha aceptado su silla, pero día a día se enfrenta a situaciones en el instituto que no son nada agradables para él. Le han hecho cuestionar nuestra relación y espero que solo sea eso y no sus sentimientos.

– Adrián, cielo, me da igual – cierro los ojos sin saber muy bien porqué – ¿Te acuerdas esa vez, en la casa rural, cuando me contaste lo de la chica guapa de bar y todo eso? ¿Te acuerdas de que yo te pregunte, por qué, de todas las chicas del mundo, por qué yo? Tu respuesta fue que estabas enamorado de mí. Eso te digo yo ahora, estoy contigo porque estoy enamorada de ti, y cada día me doy cuenta de que te amo más que el día anterior.

– Podrías salir con un chico normal... – empieza a hablar mi novio, pero como ya me sé el final de esa frase le corto.

– Tu eres un chico normal. – me incorporo un poco para poder mirarle directamente a los ojos. – escucha, creía que estoy lo habíamos superado como pareja. – me duele decir estas palabras, porque sé que le hacen daño a él también.

Me mira unos segundos y despacio asiente con la cabeza.

– Lo hemos superado. – afirma él; más para el mismo que para mí, pero aun así me gusta oír esas palabras.

– Sé que tienes miedo, no te preocupes, todos tenemos. También sé que vas a dudar, pero te prometo una cosa: yo estaré a tu lado para recordarte que eres maravilloso tal y como eres.

– Tengamos una cita. – dice rompiendo el cómodo silencio que se había formado entre nosotros. – Nunca hemos tenido una o por lo menos una oficial. Quiero tener una cita contigo.

No me mira, mira la pared para esquivar mi mirada. Sin que sepa el motivo se siente avergonzado por lo que me está pidiendo.

– Tengamos una cita.

En este momento, el brillo que tiene en sus ojos por mi respuesta es lo más valioso para mí.

SOLAMENTE NOSOTROS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora