CAPÍTULO 29

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Llevamos dos días en la casa rural; estos días han sido muy parecidos al primero.

Hemos tenido problemas por la silla de ruedas, pero eso no nos ha frenado para hacer el cuaderno de campo. Este nos ha pedido más tipos de rocas, hojas de loa arboles e incluso corteza, algún paisaje... Todas y cada una de las actividades han tenido obstáculos pero Adrián y yo los hemos superado poco a poco.

Nuestra amistad se han ido haciendo más grande y con más confianza; a la par que mis sentimientos hacia él también crecían.

-Nos vamos al pueblo- fueron las palabras que rosa dijo para sacarme de mi ensoñación sobre Adrián.

-¿Al pueblo?- pregunto yo. Nunca han mencionado ir al pueblo, por ello me sorprendo.

Aparte de la sorpresa que inunda mi cuerpo por el comentario un miedo también lo hace. No sé cómo él se va a tomar esta decisión.

-¿A-al pueblo?- pregunta él después de ver asentir a su madre.

- Si cariño, creo que es el momento perfecto para que veamos el pueblo, además hace un día magnifico – le contesta su madre – salimos en diez minutos.

Mis padres salen de la habitación charlando animadamente mientras el padre de Adrián recoge la baraja de cartas con las que estaban jugando y segundos después se va de la habitación seguido de Rosa, dejándonos a Adrián y a mi solos.

Estamos uno al lado el otro en el sofá enfrente de la televisión, pero esta se encuentra apagada, ya que Rosa la apagó antes de empezar hablar.

No sé de donde sale mi valentía, pero aun así lo hago. Pongo mi mano en la pierna de Adrián cerca de su rodilla y con mi pulgar hago pequeñas caricias en círculos. Se tensa ante mi contacto, pero lo ignoro y no quito ni paro la mano.

-¿Bien? – es la única palabra que podía decir en este momento y esta situación, pero mi pregunta podría no entenderse ya que se confunde con "¿estás bien?", "¿te parece bien?" o incluso "¿Te has tomado bien la decisión?". Pero el entiende a la perfección.

-Si – responde menos tenso.

-¿Seguro?- pregunto sin creerme su respuesta anterior.

-¿Estarás conmigo?- asiento – Pues entonces todo está bien.

Se sube a su silla y pasa por mi lado que está pegado al brazo del sofá. Se para a unos pocos centímetros y me da un beso en la mejilla.

-Gracias pecas- después de esto sale de la habitación dejándome una sonrisa tonta en la cara.

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Estamos todos sentados en la terraza de un bar. Al llegar al pueblo caminamos por las calles viendo cada rincón. Una vez cansados hemos decidido sentarnos en la terraza.

Mi mirada se dirige a Adrián inconscientemente. No ha sido su parte favorita de las vacaciones, porque todas las personas con quien nos cruzábamos se quedaban mirando, al igual que la primera vez que salí con él a la calle.

Como le dije estuve con él en todo momento, solo me separaba un poco para mirar la ropa de los escaparates.

-¿Claudia?- pregunta una voz.

-¿Mario? – pregunta ella de vuelta a la voz.

Ellos se reconoce y se dan un abrazo como si no se hubiesen visto en años y puede ser que sea así.

-¡Cuánto tiempo!- exclama mi madre. - ¿Qué ha sido de tu vida? – pregunta ella curiosa.

-¡Oh! Me casé hace ya siete años- dice él.- espera, te presento a mi mujer. – Se gira y empieza a gritar- ¡Anastasia!

SOLAMENTE NOSOTROS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora