CAPÍTULO 40

3.3K 185 11
                                    

Caigo de espaldas a mi cama.

Por fin en casa.

No es que no me me haya pasado bien en el viaje, todo lo contrario, pero volver a casa siempre ha traído una tranquilidad a mi cuerpo que nunca he podido explicar.

-¡Vamos a comprar!- grita mi madre desde la planta de abajo- ¡Volvemos en un rato!- después el sonido de la puerta suena, haciendo que esté sola en casa.

Cierro los ojos y pienso en todos los recuerdos que han pasados estos días.

Una tonta sonrisa se forma en mis labios, seguido de un sonrojo tras recordar la escena, donde Rosa se dio cuenta de la pequeña marca que tenía Adrián esta mañana es su cuello.

En cuanto pasé a la cocina la madre de mi novio, me hizo una pregunta bastante peculiar.

-¿A ti también te han picado los bichos? - pregunta inocente examinado todo mi cuerpo visible- A Adrián le ha picado uno en el cuello…

- ¡Y menudo bicho!- murmura para sí, pero puedo escucharlo. 

Ha sido una indirecta demasiado directa.

-Pues no…- digo con tono infantil- debe ser que solo estaban en tu habitación…

Él solo me mira entrecerrando los ojos.

"Y siempre cumplo mis promesas…" 

Sus palabras concuerdan perfectamente con esa mirada con la que me observa.

Sí, definitivamente va a cumplir sus promesas.

El ruido de mi móvil me saca de mi ensoñación.

Contesto sin mirar quien es el número, pero al oir la voz se de sobra que es mi mejor amigo.

-¿Estás en casa?- pregunta después de los típicos saludos "diga" o tal vez "¿si?" y de esas pregunta que se hacen por costumbre "¿Qué tal?". 

-Si, ¿por?- mi pregunta no es contestada, ya que al escuchar el primer monosílabo ha colgado.

Por la conversación que hemos tenido, deducco que viene hacia aquí, y que llegará en unos minutos.

Mi predicción no es errónea, ya que el timbre suena un tiempo después.

Bajo las escaleras tranquilamente, mientras el timbre suena una y otra vez sin descanso, lo que me hace gritar.

-¡Voy!- llego hasta la puerta y la abro, haciendo que Fernández deje de tocar el timbre y pase a casa.

-Necesito una conversación de chicas…- dice él en un susurro.

Llamamos "conversaciones de chicas" a toda aquella charla que contenga hablar de sentimientos o quizás de personas que nos atraen fisicamente… 

Todo esto empezó hace tiempo, cuando Vicky, Olivia y yo hablábamos sobre chicos, cotilleos o secretos nuestros. Cada vez que los chicos querían enterarse solo respondíamos a coro:

-Conversación de chicas.

Pasado un tiempo empezamos a tener más confianza entre nosotros, y podíamos hablar sobre todo, ya fuera de teorías absurdas de los átomos, como nuestras debilidades.

Sin decir palabra Fernández sube las escaleras rumbo a mi habitación.

Cruzo los dedos mientras me dirijo al congelador de la cocina, para que por pura casualidad tenga helado.

Sonrío cuando cojo el bote helado de chocolate con pepitas.

Antes de subir a mi cuarto, donde seguramente está mi mejor amigo tumbado en mi cama, abro el cajón de los cubiertos y agarro dos cucharas y un par de servilletas.

Me siento en la cama apoyando mi cara en el cabezal. 

Fernández se incorpora y me quita el bote de helado para abrirlo y empezar a comerlo.

Nos mantenemos en un silencio, no se si quieres que lo rompa yo o él se está preparando para hablar. La segunda opción es la correcta.

-El otro día- dice con la mirada perdida- me… me escribió Iván.

El silencio es el que nos acompaña en la habitación. No puedo hablar ni preguntar, porque se a ciencia cierta que si lo hago no hablará más del tema, experiencia propia.

-No se que hacer Alicia… Me dolió mucho cuando se alejó así de mí… No sé si podría volver a soportar que me deje otra vez.

-Un dia me lo encontré..- dejo en el aire, se que no es la mejor opción interrumpirle, pero lo veo necesario.- Me pregunto por tí.

Su mirada vuela desde el tarro de helado que estamos comiendo poco a poco hacia mí.

-¿Que?- su sorpresa es bastante notable.

-No te voy a dar mucho detalle, pero vino hacia mí y me pregunto por tí.

-Tengo miedo, sé que si vuelvo a hablar con él, no podré contenerme, pero en ningún sentido- dice el, chupando la cuchara.- Lo que era para mi...- se calla un segundo y vuelve a hablar- Lo que sentía por él era más que una amistad… 

Le envuelvo entre mis brazos. 

Para mi mejor amigo hablar de su bisexualidad es muy difícil, teniendo en cuenta los pensamientos de su familia. Conociendo a sus padres y su hermano, se que ellos le apoyarían y le querrán sea cual sea su pareja; pero lo que seria mas allá de los tres, empieza a ser muy complicado hacer cambiar la opinión de sus familiares. Varias veces he ido a cumpleaños de esa familia y conociendolos, se lo difícil que sería hablar de este tema con ellos.

No tarda mucho en ponerse a llorar.

Este tema es algo que le afecta mucho, y por eso no solemos hablarlo, pero cuando sale a la luz, Fernández se rompe.

-Escuchame- digo yo agarrandolo de sus mejillas y haciendo que me mire- Poco a poco. ¿Quieres que Iván vuelva a tu vida? - Asiente difícilmente ya que mis manos le impiden movilidad.-Entonces, hazlo, está arrepentido, porque sino no hubiese vuelto a contactar contigo. Hazlo poco a poco. Contesta esos mensajes, pero siempre cuando estés listo ¿vale? 

-Gracias- dice como un niño pequeño.

Le vuelvo a abrazar, él me corresponde.

-Oye - dice después de un rato comiendo helado como si no hubiese un mañana- ¿Qué tal con Adrián?

Esa podría ser una pregunta normal, pero cuando ha levantado sus cejas picaramente ha pasado a ser otra pregunta muy paralela. Y solamente ese gesto hace que me sonroje.

-Bien- digo sin dar importancia a nada.

- ¿Solo bien?- dice el sin creérselo- Algo ha pasado- comenta después de estar unos segundos mirándome a los ojos.

-No ha pasado nada- digo mirando hacia otro lado- Ya te lo he dicho…

-Pues cuéntame todo- dice encogiendose de hombros- Todo…

Algunos momentos se los describo con más detalle; mientras otros los guardo para nosotros...

-Entonces…- dice tras escucharme hablar- por lo que me has contado todo bien… ¿Pero no ha tenido ninguna reacción? ¿Ninguna, ninguna?

En estos momentos un tomate tendría menos color que mis mejillas.

-A ver… si, puede ser…- digo sin dar mucho detalle.

-¿Y después de que se despertase que pasó?- dice con ¿Emoción? 

-¡Fernández! - exclamo sorprendida por sus palabras.- Pues…- digo recordando el momento.- Me fui.

-¿Qué? - pregunta sin entender.

-Que me fui, salí de la habitación…- digo lentamente.

-¿Me estás diciendo que le dejaste con el calentón?- pregunta incrédulo.-Pobre hombre…- dice como si fuera un soldado caído; pero de repente una sonrisa se asoma por sus labios.- No se yo… pero pondría la mano en el fuego de que esto no quedará así…

SOLAMENTE NOSOTROS DOSWhere stories live. Discover now