CAPÍTULO 3

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Él me ha reconocido. Sabe quién soy y por eso esta más blanco que el papel.

Ahora sé porque no ha venido al instituto, se porque su amigo Iván actuaba tan raro.

Adrián pasa la mirada de mía a su madre y luego a la mía y suma dos más dos.

Él es el hijo que está en silla de ruedas de la amiga de mamá. No sé qué hacer, decir o simplemente no sé cómo actuar.

La función de Adrián en este mundo era fastidiarme la vida, molestándome en el instituto.

Ahora lo veo ahí tan frágil, tan vulnerable, que me da pena, pero luego recuerdo lo mal que me hizo pasar una parte de mi vida, él y yo no nos conocemos solamente del instituto, lo conozco desde que teníamos 9 años, y siempre me hizo la vida imposible.

– Venga Adrián acércate – dice su madre. Él temeroso se coloca con su silla de ruedas donde quedaba el plato vacío, ya que el resto ya nos habíamos sentado anteriormente.

– He preparado espaguetis a la carbonara ¿os parece bien? – añade esto último dirigiéndose a mi familia.

– Si, si – dice mi madre, mientras mi padre asiente y yo sonrío ante su pregunta.

Los adultos ya están metidos en conversaciones. Creo que mi padre y el padre de Adrián hablan de fútbol y mi madre y la madre de Adrián hablan de diferentes telenovelas.

Miro a Adrián está sentado en frente de mí. Le miro, le examino el rosto. Desde la última vez que lo vi ha cambiado, aparte de que ahora necesita una silla de ruedas para moverse.

Su pelo rubio está más largo que la última vez, también esta despeinado. Sus ojos son marrones, pero ese marrón que no había visto nunca es tan clarito que te da una tranquilidad increíble.

Lleva puesta una camisa blanca ajustada. En el instituto, las chicas en el vestuario lo denominaban "dios griego", a ver, tampoco está mal, se notaba que hacía deporte y ahora también, sigue en forma, no importa el accidente que haya tenido.

Adrián era de esos chicos populares, bueno estaba en el equipo de futbol y era el capitán, ahora es Iván, su mejor amigo; también él era ese tipo de chico que solo tienen algo de una noche, no quiere nada "serio" y eso hace que me caiga peor. La que más babea por el o por lo menos la que lo hacía era/es Carlota, es una barbie, nunca usa el mismo conjunto en dos semanas o más. Carlota deseaba tener algo con él, o por lo menos algo más que los rollos que tenían. Los rumores que se decían de ellos no eran muy agradables de oír.

Seguía mirando a Adrián. Su rostro no es el mismo, antes reflejaba seguridad y también su egocentrismo; pero en cambio ahora refleja inseguridad e incomodidad.

Pero tiene un poco de sentido ya que él me hacia la vida imposible y ahora el necesita una silla. "Suena un poco brusco; pero es la verdad" mi mente no ayuda mucho a la situación la verdad.

No me doy cuenta, el levanta la mirada, me mira directamente a los ojos; no me había dado cuenta de que lo seguía observando.

- ¿Que tanto miras? - pregunta con tono brusco.

No sé cómo responderle, pero mi boca ya está en funcionamiento.

– A ti, ¿o no puedo? – le digo desafiándolo con la mirada.

– Solamente te pido una cosa, no digas nada de esto, ¿vale? – dice apartando la mirada y examinando el vaso de agua como si fuese lo más interesante del mundo.

– ¿Por qué iba yo a hacer algo por ti? Tu nunca has hecho nada por mi – le digo siendo sincera. Él solamente me fastidiaba, pero le guardaría el secreto, no soy quién para ir diciendo cosas que no son mías.

– ¡Sería perfecto! – exclama de repente Rosa. Todas las conversaciones se apagan con ese gritito.

– ¿Que pasa Rosa? – pregunta su marido.

– ¿Te acuerdas de que necesitamos a alguien para hacer compañía a Adrián este verano porque nosotros trabajamos? – explica. La verdad no me gusta cómo acabará esto. – Pues Claudia me ha dicho que Alicia podría venir a hacer compañía a Adrián.

– ¿¡QUÉ!? – me oigo gritar a la par de Adrián.

Por una vez estamos de acuerdo en algo, y eso es que, lo que estén pensando las madres no va a acabar bien.

SOLAMENTE NOSOTROS DOSWhere stories live. Discover now