CAPÍTULO 53

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La conversación termina cuando esa voz irritante nos habla. Lentamente, e imaginándonos quién es, dirigimos todas nuestras miradas hacia ella.

Carlota está de pie detrás de Adrián. Y como pasa en todas las películas la cafetería está en silencio, mirando a la chica y a mi novio alternativamente, como si fuera un partido de ping-pong.

– ¿Qué quieres Carlota? – pregunta Adrián deseando acabar con todo el drama.

Suelta una carcajada, pero es la única que ríe, sinceramente creo que se le está empezando a ir la cabeza.

– Antes no entendía por qué no contestabas a las llamadas – dice ella. – Pero ahora sé por qué, ¡Y te entiendo! – se acerca a Adrián y le deja una mano en su hombro para ¿apoyarle? – Entiendo que tengas vergüenza de ti mismo, yo también la tendría. No pasa nada, todos te ayudaremos y apoyaremos. Todo pasa por una razón, y que ahora seas un inútil puede que sea por algo.

Miro a Adrián, esto es a lo que verdaderamente tiene miedo. Su cuerpo está en tensión y mira a sus pies, como si fuera un niño pequeño quien regañan por comer muchos caramelos o quedarse despierto hasta tarde.

Mi novio mueve sus hombros un poco, para quitar la mano de la chica. No sé qué está pensando, pero lleva metido en sus pensamientos desde que dejó de hablar Carlota. Pero antes que Adrián diga algo, la chica con voz irritante vuelve a abrir su boca, solo para decir más tonterías.

– Adrián – dice para llamar la atención del chico, pero este sigue mirándose los pies, sin embargo, Carlota continúa hablando. – Mucha suerte con tu nueva vida, seguro que es muy difícil ver que eres inservible, seguro que con ayuda de... – Carlota mira a mis amigos con cara de asco. A Olivia la observa unos segundos de más, incomodando a la chica – con ayuda de estos. – la última palabra la dice con el mismo asco con el cual nos ha mirado.

Los cinco chicos que han venido con Adrián tienen sus puños apretados, intentando contenerse, sabiendo que esto es una batalla que solo pertenece a Adrián. Mis amigos está igual, excepto Olivia que está pegada a Elías mirando al suelo y recibiendo caricias de este.

Observo a Adrián, quien no ha dicho nada ni se ha movido.

De repente una sonrisa se forma en sus labios y mira burlonamente a Carlota.

– ¿Sabes? – dice él – Al principio también pensaba como tú. Que era inútil, inservible, un estorbo. ¿Pero sabes que me di cuenta? Que no lo soy.

>> Sigo siendo el mismo chico que venía el año pasado; no, me equivoco, – dice chasqueando su lengua – soy mejor persona que año pasado. Y fíjate tú, mi cambio hacia mejor ha sido mientras que tú no estabas en mi vida. Estas personas a quienes sin saber por qué tienes tanto asco, me han ayudado, me han hecho ver que no soy un inútil.

– ¡A estas personas las molestabas el año pasado! – grita fuera de sus casillas la chica, sin entender porque Adrián está defendiéndonos. – ¿O me equivoco? – añade cínicamente.

– A nadie de esta mesa la he pegado, y puedo asegurar que a nadie le he pegado sin merecerse un puñetazo. ¿Puedes decir tú lo mismo?

La mirada de Carlota se centra solamente en Olivia, quien se junta más a Elías.

Todos de la cafetería notan la incomodidad de mi amiga y la mirada de Carlota sobre ella, dando a todos a entender que ha pasado entre ellas. Los murmullos no tardan en oírse. Algunos de ellos puedo oírlos.

– ¿De verdad crees que la ha pegado? Pobrecita – dice un chico rubio a su amigo.

– Será hija de puta la Carlota. – dice con desaprobación una chica.

– ¿Qué es lo que quieres, Carlota? – dice la voz de Adrián callando a todos.

– ¡No tienes derecho a hablarme así! – chilla ella. – ¡Solo eres un chico incapaz de dar dos pasos!

– Si, lo soy. Soy un chico incapaz de caminar – dice él orgulloso. – Si tienes algún problema, puedes irte de mi vida.

Mis ojos se llenan de lágrimas orgullosas. Lo ha dicho, ha dicho quién es y que no tiene ningún problema en ser quien es.

Los otros alumnos de la cafetería empiezan a aplaudir como si lo que acabasen de ver fuese algo grande e importante. Y es que, lo es.

Adrián ha aceptado quien es frente a todos y frente a sí mismo.

Carlota sale a paso rápido de la cafetería, y detrás de ella salen algunos de sus amigos que estaban senados en una mesa alejada de la nuestra.

Miro a Adrián que mira embelesado a todos nuestros compañeros aplaudir. Su mirada cae en mí, y yo como gesto significativo para todos los que estamos en la cafetería, aplaudo también.

Tira de mi para acercarme a él y cuando estoy suficientemente cerca me rodea con sus brazos y esconde su cara entre la tela de mi camiseta. Le devuelvo el abrazo y beso su pelo.

– Estoy muy orgullosa de ti. – le susurro al odio.

Adrián me mira, pero no aparta del todo su cabeza de mí. Sus mejillas tienen un cierto color rojo, sus ojos tienen una capa de lágrimas además de un brillo. Le beso la frente y le sonrío.

Los aplausos se van apagando poco a poco, pero eso no nos saca de la burbuja de felicidad en la que estamos mis amigos, mi novio, sus amigos y yo.

Cuando me separo de él, sus amigos se tiran encima de Adrián para abrazarlo, cosa que nos hace reír a los demás.

– Esta tarde – empieza a decir Vicky – venid a mi casa, vemos un par de películas y comemos comida basura.

– ¿Celebramos algo en especial? – pregunta Elías sin entender muy bien.

– Adrián ha plantado cara al mismísimo diablo en persona. – dice ella como si fuese algo obvio. – eso necesita una celebración.

Ese comentario nos hace reír a todos.

Vicky rápidamente le quita a Mati el cuaderno y un boli que tenía sobre la mesa y arranca trozos de papel deforme y en cada uno de ellos escribe algo, para luego dárselos a los chicos que no saben dónde vive, incluido Adrián.

Todos ellos menos mi novio, se quedan quietos y en silencio mirándose entre ellos.

– ¿Nosotros también? — pregunta el pelirrojo sin dar crédito a lo que oye.

– Sí, claro, ¿Por qué no? – pregunta ella. Lugo se gira hacia mí y mis amigos. – También he pensado en invitar a Lucas.

SOLAMENTE NOSOTROS DOSWhere stories live. Discover now