CAPÍTULO 24

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Tomo otra  palomita y vuelvo a intentar meterla en la boca pero esta vez no es su mano la que interrumpe en mi camino, es la boca quien coge la palomita. Una sonrisa es creada en mis labios mientras una idea aparece en mi mente. No sé si funcionara pero podemos probar.

Agarro una palomita y giro mi cabeza a Adrián. Sabe que tengo algo en mente por ello me mira intentando descifrar que estoy pensando. Mi mano donde está la palomita se acerca peligrosamente y lentamente a su cara, pero en especial a sus labios. Con delicadeza y paulatinamente paso la palomita sobre sus labios.

“Esos labios que tanto quiero besar.”

“¡QUE! Yo no he podido pensar eso; aunque tampoco lo puedo negar, me encantan sus labios.”

Continuo pasando la palomita por sus labios perfectos mientas que yo suavemente me estoy acercando a  ellos. Cuando solo unos centímetros separan nuestros labios me como la palomita, masticándola lentamente y retirándome para atrás y colocándome como antes, dejándole en shock y confundido.

-No juegues conmigo, y menos si hay comida de por medio.- sonrío victoriosa, aunque su cara está grabada en mi mente y eso me provocan hacerme preguntas mentalmente.

Cuando yo me acercaba, él no se apartó ¿le gusta mi cercanía?, tampoco me paró cuando nuestros labios estaban a escasos centímetros, ¿A él no le habría importado que ese espacio no hubiera existido? ¿Le besaría? ¿Le gustaría que yo le besase?

“Eso es imposible” me digo a mi misma “ahora se puede decir que tenemos una amistad, pero no he causado tanto impacto en él como para que le importe de otra manera” con esos pensamientos me vuelvo a centrarme en la película que estamos viendo.

Al terminar decidimos pedir un par de pizzas para todos, la cena transcurre con normalidad. Hablamos de cosas sin sentido y haciéndonos bromas unos a otros, incluyendo a Adrián.

Las palabras de Rosa están en lo cierto; Adrián está más contento y alegre con personas de nuestra edad, mis amigos le han ayudado a poder desenvolverse bien, no le he notado incomodo un ningún momento, exceptuando al inicio de todo. Que él esté feliz hace que yo también lo esté, no sé si es por algo en concreto y tal vez no quiera saberlo, pero quiero que él sea feliz.

Al terminar todos nos vamos, dejando a Elías y a Olivia solos. Según ella es que no quiere que este solo de noche, pero eso no nos lo creemos nadie ni siquiera Adrián y eso que es la primera vez que hablan.

En el camino de vuelta a casa ninguno habla, estamos en un silencio muy cómodo para ambos o eso creo.

-Gracias- no me mira pero sé que se dirige a mi por dos razones; la primera es que no hay nadie más en esta calle, y siendo sincera no creo que hable con las farolas que iluminan nuestro recorrido de vuelta a casa; y la segunda causa ha sido la tarde que hemos pasado juntos.

Esa tonta palomita nos ha justado mas, ahora darle pequeños golpes en el brazo o en el pecho cuando se mete conmigo o suelta cualquier imbecilidad por su boca, obviamente todo a modo de broma y sin ofender al otro o causando un mal recuerdo o momento.

-Adrián, cuando quieras vuelve a venir con nosotros, no nos molesta en absoluto, y nos gusta tu compañía.- esas palabras no son del todo mentira, pero también ocultan una parte de la realidad “me gusta pasar el rato contigo”.

Después de eso comenzamos hablar de cosas que  han ido sucediendo a lo largo de la tarde.

-¿Y de que hablabas con Olivia, Vicky y Sofi?- le pregunto; se me hace raro ya que en muy poco tiempo, ya habían iniciado una conversación, cosa que a mí me costó un  poco más.

-¿Por qué? ¿Celosa?- pregunta con burla mirándome.

-Mas quisieras.- le digo, “aunque ahora que lo menciona…” me veo pensando interiormente “No, no estoy celosa ¿O sí?” descarto la idea de estar celosa porque para ello necesitaría tener algún sentimiento hacia Adrián.- Solo que rápidamente hablaste con ellas, cosa que significa que estabas cómodo con mis amigos.

-Tus amigos me aceptaron bastante bien.- guarda unos largos segundos de silencio, yo al ver en su cara que quiere hablar no le interrumpo.- Teniendo en cuenta que antes te tiraba los libros al pasar o te mojaba con el agua que llevaba en la botella, ellos han decidido abrir sus brazos para acogerme.- sonríe- cuando vi a Vicky sentarse en nuestra mesa en la cafetería con nosotros, pensaba que me iba recriminar e iba hacer que te largases con ella, pero me trato genial y me invitó esta tarde a estar con vosotros, a su manera claro está.

>> Y eso también se aplica a ti, cuando te vi en mi salón, no sabía qué hacer. Me acuerdo que mis pensamientos fueron “de todas las personas del mundo, me tiene que tocar ella”. Cuando al día siguiente llegaste con una sonrisa y yo te trate mal; al principio creí que si lo hacía llamarías a tu madre y te irías, pero cuando me soltaste cuatro frescas, vi que había sido un completo imbécil, y contigo me di cuenta de ello. Me has cambiado para bien pecas, y estaré eternamente agradecido por ello.

>> Y hoy, no solo has estado conmigo por la mañana, sino también me has dejado estar contigo y tus amigos, merezco menos de lo que me estáis dando, sobre todo tu y mírate, aquí estas, escuchando un pestiño. Alguien que vive con las normas de esta sociedad no me hubiera perdonado, pero ahí estas tu, desafiando al mundo y perdonándome. En serio, eres maravillosamente perfecta pecas, nunca cambies.

Me paro en seco, haciendo que él también lo haga y le varazo. Esas palabras han llegado a lo mas fondo de mi ser. A él le pilla por sorpresa pero encantado me corresponde.

Nos separamos sin decir nada, cada uno lleva una sonrisa en sus labios.

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Al llegar a su casa su madre tiene la puerta abierta. Yo creo que ha estado toda la tarde pegada a la ventana para vernos llegar.

-¡Adrián cariño!- grita como si hace unos largos años que no se ven.

-Mamá, estoy bien.- dice como puede, ya que su madre lo está apretujando entre sus brazos con pocas posibilidades de respirar.

-Suéltala amor- dice su padre llegando al “rescate” de su hijo.

-Bueno, buenas noches- le deseo a todos mientras me pongo en marcha para ir a mi casa, pero un tirón de la camiseta me impide continuar. Es Adrián que me ha cogido de la camiseta impidiéndome que me vaya.

Sus padres ya han entrado en casa, pero creo que no espían desde detrás de las cortinas.

-¿Si?- pregunto, veo que él se acerca pero no dice nada y que su respuesta es dejar un beso en mi mejilla.

-Buenas noches pecas- dice mientras se dirige hacia su casa.

-Buenas noches Adrián.- le digo, aunque la ultima parte la susurro más que la digo.

Al llegar a mi casa mis padres me preguntan qué tal lo hemos pasado y que tal Adrián y mis amigos. Yo a todo le doy una corta respuesta y me voy a mi cuarto.

Una vez  con el pijama puesto me tiro en la cama y él viene a mi mente. Y así es como me doy cuenta de algo que antes me parecía imposible, pero ahora ya no tanto.

Me gusta Adrián.

SOLAMENTE NOSOTROS DOSWhere stories live. Discover now