80. Un corazón por otro corazón

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Ya casi eran las ocho de la tarde y no supimos nada de Mia. Cora y Christopher vinieron a la academia para hablar con nosotros. Le pregunté a Christopher por sus hermanos, pero me dijeron que se quedaron en casa ideando un plan para encontrar a Mia y ayudarla.

Entre tanto, nosotros decidimos llamar a los hermanos inseparables y también a Will y Daniel. Kenneth y Eric se habían quedado aquí porque sintieron la necesidad de ayudar, ya que era su abuelo el que iba tras Mia también. Necesitaríamos toda la ayuda necesaria para ayudar a nuestra amiga. 

— ¿Y si le pides ayuda a Clemente? — preguntó Blas.

— ¿Para qué? Le puede pasar algo y ustedes morirían.

Christopher me miró confundido porque no sabía que ya había conocido a nuestro famoso padre, pero no dije absolutamente nada al respecto.

—  Casi me muero por estarme ahogando de la nada — dijo Blas enojado —. Debes estar torturándola, Camille.

—¿Qué quieres que haga? — exclamé también enojada —. No es mi culpa que sus abuelos estén locos. 

— Si Mia fue donde mis padres, entonces es en la casa de ellos. Sin embargo, jamás le conté donde vivían.

— Mia es banshee — dijo Christopher —. Pudo haberlo averiguado.

— Entonces debemos ir allá — dije —, pero no podemos ir todos porque es peligroso.

— Yo iré — dijo Tristán preocupado —. Me lo prohíban o no.

— Yo también iré — dijo Cristal cruzándose de brazos.

— También es nuestra amiga, Camille — dijo Adam —. Entre más seamos, mejor.

Miré a Christopher y asintió.

— Son libres de hacer lo que quieran, pero no me culpen si alguien sale herido — dije y salí del salón. 

Subí corriendo a mi habitación, abrí la puerta y antes de cerrarla alguien interpuso su mano. 

— Espera — dijo Daniel entrando.

— ¿Qué pasa? — dije yendo hasta el respaldo de la cama.

Saqué la daga y la escondí dentro de mi pantalón por la parte de atrás.

— Voy a ir contigo y no te estoy pidiendo permiso.

— Daniel, no, por favor — supliqué —. Sabes que lo que planeo hacer puede lastimarte. 

— No voy a dejarte sola bajo ninguna circunstancia.

— Y yo no dejaré que vayas allá voluntariamente, entiéndelo. No estaré tranquila.

— Camille.

— No, Daniel.

Caminé hacia la puerta, pero él me llamó.

— Camille — dijo en un suspiro —, está bien, me quedaré.

Asentí y me acerqué hasta él.

— Recuerda que siempre tendrás esto — dije tocando su collar.

Su mirada estaba cargada de preocupación y eso me hacía sentir culpable. 

Me abrazó y yo le correspondí. De algún modo sentía que este podía ser el adiós definitivo. Besé su mejilla y me fui sin mirar atrás. Sentí ganas de llorar, pero si volteaba a verlo, lo haría y no quería.

Bajé a la habitación de armas y tomé un arco y el aljaba. Salí al patio frente a la academia a esperar a los demás. No podíamos perder un segundo más. Cuando todos estuvimos ahí, Cristal le leyó la mente a Cora para ver el lugar y luego me mostró a mi.

Los Caídos #2- ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora