15. No recuerdo

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Había aprendido mucho en una semana con Javier en aquella oficina. Cosas acerca de las clases y los alumnos que no tenía ni la menor idea. Definitivamente se aprende algo nuevo cada día.

Todo estuvo tranquilo, no había visto a mis amigos, ni hablado con ellos y mi recorrido era de mi habitación a la oficina y viceversa.

Bajé a la cocina porque mi estómago en serio rugía, tenía mucha hambre y no es normal, ya que comí hace menos de una hora. Busqué pan, le puse jamón y lo devoré en un dos por tres. Vi que en el refrigerador había pollo de la noche anterior y lo calenté para comerlo.

— Tienes apetito hoy — dijo Agustina, otra de las chicas encargada de la cocina.

— Muchísima — dije comiendo el pollo.

— Tengo pastel de fresa — dijo sonriendo y alzando las cejas.

— Me encantaría — dije y le arrojé un beso.

Una vez que terminé de comer el pollo me dispuse a comer ese rico trozo de pastel.

— Esto está muy bueno.

— La receta especial de la abuela — dijo bromeando.

Acabé el pastel y fui a lavar el plato. Me quedé un momento parada pensando en todo lo que había comido y aún así sentía algo de hambre. Una vez que Agustina salió de la cocina, me acerqué al refrigerador para sacar el rico helado de menta y me lo llevé a mi habitación.

— ¿Por qué diablos tengo tanta hambre? — susurré mientras entraba a mi habitación.

Me senté en la cama y miré el helado con asco. No sentía ganas de comer, pero de igual manera sentía hambre. Decidí no comer el helado porque mi instinto me decía que algo no andaba bien.

Salí de mi habitación rápido y choqué con un chico de la academia.

— ¡Fíjate por donde caminas, idiota! — grité.

El chico me miró algo enojado y ahí me di cuenta de lo grosera que fui.

— Lo siento mucho, no sé qué pasó —

— No te preocupes — dijo y se fue.

¿Qué diablos pasa conmigo? ¿Por qué tengo estos comportamientos?

Entré a la academia de los O'Donnell, ya que necesitaba unos papeles y vi a todos los chicos allí, incluso a Mia. Todos me miraron y luego voltearon.

─ Cuidado ─ dijeron unos chicos que traían a una chica herida.

Tenía sangre en su frente y en sus manos e iba inconsciente. Vi como Blas se acercó a Mia e intentó calmarla, pero ¿por qué? Cuando vi a la chica pasar, esa hambre insaciable volvió a mí pero era peor que antes y no sabía como detenerla, así que fui rápido a buscar los papeles y me largué de allí.

***

Desperté asustada y me di cuenta que estaba en el patio de atrás. ¿Cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo fue acostarme a dormir y luego esto.

Me puse de pie y miré a todos lados. Sentía mi blusa mojada y cuando la vi quise gritar aterrada. Tenía una gran mancha de sangre fresca, pero no era mi sangre. Pasé mis manos por mi cara y cabello asustada.

Fui corriendo a mi habitación sin que nadie me viera y me vi al espejo. Al tener mis manos con sangre, dejé mi cara y cabello manchados. Era la peor imagen que vi en mi vida.

Me saqué toda la ropa y la metí a una bolsa. Luego de bañarme y ponerme ropa limpia decidí que lo mejor era quemar la ropa manchada, así que fui al bosque de atrás lo más lejos que pude para que nadie pudiera verme. Dejé la ropa caer al suelo y prendí fuego. Mi mirada se perdió en aquel color amarillo brillante  y pensé cómo es que esto pasó.

¿De quién es la sangre? ¿Por qué no recuerdo nada?

***

Los días pasaron y el hambre insaciable había desaparecido y era algo que agradecía mucho. Había trabajado muy bien y todo iba de maravilla, excepto porque aquel pequeño incidente siguió pasando. Eran cada vez más las veces en que despertaba en distintas partes de la ciudad sin saber que pasaba. No sabía a quién pedir ayuda, así que decidí no darle importancia porque debe ser parte del duelo, ¿no?

— ¿Hoy hay misión? — dije entrando a la oficina.

— Sí. Ha habido algunos ataques, al parecer de vampiros.

— ¿Cómo saben?

Javier me entregó una carpeta y al ver lo que contenía, me sorprendí. Eran informes con lo que había pasado, también testimonios y, lo peor, fotos de las víctimas.

— Las víctimas fueron encontradas con cortes en sus muñecas y cuellos.

—  ¿Algún muerto? —pregunté.

— Solo una chica, lamentablemente no aguantó.

— Tengo una duda. ¿Por qué cortes si los vampiros tienen colmillos?

— No lo sé, Camille — dijo dando un suspiro —. Cada día pasan cosas más extrañas en esta ciudad.

— Todo es horrible. Por eso, ya ni quiero salir de la academia.

— Está bien, Camille. Es lo mejor — dijo colocándose los lentes —. ¿Dónde estuviste ayer?

— ¿Ayer? Aquí en la academia, ¿por qué?

— No te vi en todo el día.

— Eso es imposible porque estuve contigo aquí en la oficina — dije confundida.

— No, Camille. Estoy viejo, pero mi mente está sana.

Lo miré pensativa. Puedo jurar que estuve aquí ayer, ¿dónde más si no?

— Creo que necesito aire — dije.

Salí a la parte delantera de la academia y me senté en aquella enorme escalera. Respiré hondo intentando aclarar mi mente, pero algo no me dejaba.

<< Camille >>.

Escuché mi nombre en un susurro como todas aquellas veces, pero lo extraño es que había dejado de escucharla hace mucho tiempo.

— ¿Quién eres? —  dije mirando a todos lados.

<< Tu mayor pesadilla>>.

— Muéstrate.

<<Pronto>>.

— Espera — grité.

Pero la voz no volvió a escucharse.

Los Caídos #2- ElementalesWhere stories live. Discover now