9. Muerte

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Mia

Isabella había experimentado conmigo un millón de veces desde la última vez y debo decir que no era nada agradable. Aún no comprendo para que quiere que desarrolle del todo mi poder, sería mejor me sacrificarse y ya.

— Esta vez debe funcionar — dijo entrando a la sala.

— ¿Por qué? Sé que escondes algo, Isabella — dije acostándome en la camilla.

— Veras Mia, lo explicaré de la manera simple. Debo encontrar a tu padre y matarlo después de matarte frente a sus ojos. Él me debe mucho, ¿entiendes? y tú eres la única que puede encontrarlo y para eso debes recordar lo que te hice olvidar.

— ¿Por qué no haces un hechizo y ya? — la miré con el ceño fruncido.

Ella hizo el hechizo, supongo que puede deshacerlo ¿no?

— Porque para deshacer el maldito hechizo necesito a la persona que me ayudó y — hizo una pausa — esa persona está muerta.

— Es imposible que recuerde algo de mi niñez. Por favor, déjanos ir.

No sabía cuántas veces había suplicado porque nos dejara ir.

Ella rió de manera siniestra, lo cual me puso los pelos de punta. Ni siquiera sé para que lo sigo intentando. En los últimos días no habíamos logrado nada, solo escuchaba aquellas voces una y otra vez.

— Cierra tus ojos y concéntrate — ordenó.

Hice lo que pidió y comencé a sentir aquellos sonidos inundar mis oídos. Al principio eran susurros, luego lamentos y llanto.

— Escucha más allá de los lamentos, Mia. Escucha lo que los muertos tienen para decir.

Trataba de concentrarme para poder entender algo, pero era como si millones de personas hablaran a la vez y eso me volvía loca. Apreté los dientes para no gritar porque sé que si lo hacía podría dañarnos a todos, incluso a mí. No conocía la capacidad de mis poderes, pero sé que  un solo grito podría matarnos. Lo presiento.

Comencé a apretar los costados de la camilla, incluso, casi podía enterrar mis uñas en ellas.

— Basta — dije.

Isabella apagó el aparato y me miró con una ceja alzada.

— No es posible que no puedes concentrarte de una maldita vez. ¡Lo hemos intentado más de veinte minutos! Eres una pérdida de tiempo.

Se acercó a una de las maquinas refrigerantes y de allí sacó una jeringa con lo que parecía ser sangre.

— ¿Qué vas a hacer? — intenté alejarme pero ella tomó mi brazo e inyectó la sangre.

— Esto te hará mejor.

— ¿De quién es? — pregunté algo aturdida.

Me sentía algo mareada y todo daba vueltas.

— De tu amigo, el angelito.

— ¿Qué haces con él? ¿Dónde está? — pregunté.

Estaba poniéndome nerviosa, no quería que nada le sucediera a Will.

— Él está bien, tranquila.

— Entonces, ¿por qué me inyectaste su sangre?

— Para inhibir tus poderes — dijo caminando hacia el aparato.

— ¿Qué? ¿Por qué? — pregunté confundida.

— Tú no eres solo banshee, Mia. Ya te lo dije y para esto debo inhibir tus poderes para que solo te concentres en tu lado banshee y la sangre de Will, al ser un ángel, es lo suficientemente poderosa para hacer algo así.

Los Caídos #2- ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora