75. No puedes confiar ni en tu propia sombra

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— ¿Qué pasó con Julietta? — pregunté interesada.

— Mucho — dijo con nostalgia, pero con la sonrisa plasmada en su cara.

Lo miré sin decir nada. Quería y necesitaba escuchar está historia porque sé que Julietta jamás me la contará.

— Ella no quería contarme que estaba embarazada porque creía que yo le pediría algo horrible.

— ¿Un aborto? — pregunté algo sorprendida.

— Sí y no entiendo la razón porque jamás actué de manera extraña con ella. Siempre le entregué todo el amor que pude, así que no sé qué la llevó a tener todos esos pensamientos acerca de mí. 

Eso me hizo recordar a Sabrina y sus actitudes tan tontas. Por supuesto a la Sabrina de antes de que pasara todo esto.

— ¿Por qué decidió contarte?

— Su amiga le aconsejó que era importante que me dijera porque yo tenía tanto derecho como ella sobre ti. Sin embargo, me dijo que no me quería en tu vida porque yo era peligroso. De hecho, quería hacerte pasar por hija de Francisco — hizo una mueca de disgusto al igual que yo.

Todos concordábamos en que Francisco es bastante desagradable.

— ¿Qué pasó luego?

— Las amenazas comenzaron a llegar y nos preocupamos bastante, así que ella decidió escapar.

— Me contó esa parte de la historia — dije recordando cuando nos contó acerca de los padres de Blas.

— ¿Hasta que acontecimiento específicamente?

— Hasta la muerte de los padres de Blas.

— ¿De tu amigo?

— Sí, mi mejor amigo — especifiqué.

Él asintió pensativo.

— Después de que nos fuimos, le pregunté a Julietta si te había dejado con su amiga, Cora, por un rato —frunció el ceño —. Mi sorpresa fue grande cuando me dijo que no. 

Enarqué una ceja y lo miré sin poder creer lo que me decía.

— Por un momento pensé que te había pasado algo — la preocupación se notaba cuando hablaba —, pero ella me aseguró que no. Me dijo que te había dado en adopción a una familia muy especial y que ahí estarías bien. 

—¿Qué hiciste? ¿Te enojaste? 

— No, no — me interrumpió —. Me enojé, claro que sí, pero traté de ser lo más calmado que pude. Le pregunté donde estabas porque yo quería tenerte conmigo. No quería que nadie más cuidara de ti. 

Por mi mente pasó la bella imagen de una pequeña Camille creciendo junto a su padre y eso me hizo sentir triste.

— ¿Me buscaste? — pregunté.

— Sí, por mucho tiempo, pero tu madre jamás me dijo dónde estabas. Yo debía escapar y esconderme por lo que había hecho, ¿sabes esa historia?

Asentí rápidamente. Claro que la recordaba. 

— Aún así arriesgué mi vida un par de meses por buscarte. Claramente no tuve éxito. Estaba muy preocupado, así que hice un último esfuerzo y le pedí a Benjamín que le pidiera a nuestro arcángel la petición de un ángel guardián.

— Will — susurré.

—William — dijo, asintiendo —. Era uno de los mejores. Confiaba a ojos cerrados en él hasta que supe que se enamoró de ti, pero eso es otra historia.

Los Caídos #2- ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora