27. La mordida fue un regalo

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Cristal

El vínculo se rompió abruptamente porque Mia soltó nuestras manos porque acabamos de ver a su madre morir.

— Debiste contarnos en lugar de mostrarnos — dijo ella algo triste.

— Lo siento, pero deben entender toda la historia — dijo Christopher triste también.

— Es mejor que no sigas, Mia — dije abrazándola.

— Debo hacerlo, Tal. Debo saber toda la historia — dijo sonriendo de medio lado.

Tomó nuestras manos nuevamente y cerramos los ojos.

Alana 1999

Christopher

No podía creer que dio la vida por nuestra hija, no podía creer que ya no estaba aquí. Me sentía un inútil por no poder hacer nada. Aurora estaba dormida entre mis brazos y yo estaba sentado contra la puerta sin dejar de llorar. Hace unos cinco minutos que esos malditos se habían ido y la habían dejado allí sangrando, agonizando.

Acerqué a Aurora más contra mí porque me sentía indefenso y debía ser fuerte por mi hija. De pronto vi a un animal saliendo de entre los árboles, no distinguía bien, pero a mi juzgar era un lobo. Era un animal majestuoso, su pelaje era negro y sus ojos muy amarillos.

Se acercó hasta Cora y no supe que hacer. Temí lo peor, temí que se la llevase o algo. En ese momento el lobo comenzó a moverse muy extraño y sus huesos comenzaron a sonar. Aquel animal, sin mayor esfuerzo, se había convertido en un humano. Ahí supe que se trataba de un hombre lobo, pero no entendía por qué estaba allí.

— Ayúdanos, por favor — supliqué —. No puedo salir de aquí.

El hombre no dijo nada, tan solo pude ver que tenía orejas puntiagudas y su cara tenía un aspecto raro, no parecía un humano normal. El bello era notorio en algunas partes de sus mejillas y sus ojos aún eran amarillos. Jamás había visto un hombre lobo que pudiese controlar de tal manera la transformación. No podía dejar de lado el hecho de que era muy musculoso, la verdad. Además estaba desnudo y parecía no importarlo que lo viese.

Me miró un par de segundos y luego se agachó a la altura de Cora. Tomó su brazo y subió su chaqueta. Me asusté mucho porque no sabía que rayos haría con ella. Dos segundos después vi sus afilados colmillos, que no eran para nada como los nuestros, eran muchos más y más escalofriantes. Dio un gran mordisco en el brazo de Cora y yo me quedé sin palabras.

No sabía que decir, ni cómo actuar. Me encontraba totalmente paralizado. El hombre la tomó en sus brazos y caminó hasta la casa dejándola al borde de la escalera porque él no podía entrar.

— ¿Quién eres? — pregunté poniéndome de pie.

— Aaron — dijo sin más.

Noté que su cara ahora si era como un humano normal.

— ¿Qué le hiciste? — dije mirando a Cora.

— Salvar su vida. Espero haber llegado a tiempo.

— ¿De qué hablas? — pregunté confundido.

— Cuando ella despierte como lobo, dile que la mordida fue un regalo de mi parte.

— ¿La convertiste en lobo? — dije espantado.

— Era eso o dejar que muriera y ella no puede morir. No aún.

— ¿Por qué? — pregunté aún más confundido.

— Por ella — apuntó a Aurora —. Debes saber que las cosas se complicaran un poco ahora, especialmente porque cambiará su temperamento.

Los Caídos #2- ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora