58. Los Bravhe

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Mia

Le había dado vueltas en mi cabeza a lo que Camille me dijo. Si querían que confiara en ellos, debían confiar en mi primero y eso se parte por una conversación, pero me daba nervios y miedo pensar en que pudieran rechazarme. Me daba miedo que solo me utilizaran, ya que la última familia que tuve eso hizo y me aterra.

Había estado en mi habitación por más de una hora desde que los chicos se fueron, tan solo pensando en qué hacer y en qué decisiones tomar hasta que Christian apareció para pedirme por el amor de dios que abriera el baúl.

— No lo haré — dije mientras ordenaba la ropa que estaba acumulada sobre una silla en la esquina de mi cuarto. 

— Es la única manera, Mia, por favor.

— ¿De qué? ¿Cuál es esa importante investigación?

— No puedo decirte.

— Entonces no los ayudaré. Si ustedes no confían en mí, entonces yo tampoco en ustedes.

— Pero...

— No, Christian. Si César selló ese baúl fue por algo y no seré yo quien les entregue los grimorios.

— No puedes ser así, Mia.

— ¿Y ustedes si? — dije enojada —. Ya basta de todo esto.

Él iba a decir algo, pero Christopher lo interrumpió.

— ¿Puedo hablar con mi hija? — preguntó tranquilamente.

Gracias a Dios porque ya me salia humo de las orejas.

— Estaré abajo — dijo Christian enojado. 

— ¿También vienes a pedirme que te entregue los estúpidos grimorios? Porque si es así es mejor que te vayas.

Puse la ropa doblada dentro del armario y lo cerré con fuerza. Luego me puse a ordenar otras cosas sobre el escritorio, todo con tal de no mirar a Christopher a la cara.

— Siento mucho si no hemos sido lo que tu esperabas, Mia. Somos una familia bastante disfuncional y nos cuesta expresar nuestros sentimientos, pero siempre hemos sido muy leales y no será la excepción contigo. 

— ¿Entonces por qué no me cuentan lo que pasa? No podemos seguir creando una relación si no hay confianza. No es posible que no pueda confiar en mi madre o en mi padre. Es absurdo, Christopher.

— Es un tema muy delicado, Mia. Te lo diré cuando podamos hallar la solución, pero para eso necesitamos tu ayuda.

— No te ayudaré. Entiéndelo de una vez.

— ¿Por qué eres tan testaruda? — dijo enojado.

Alzó la voz y sus ojos se pusieron rojos y oscuros por debajo. Podía jurar que también había sacado sus colmillos, pero mantuvo la boca cerrada. Sabía que no lo hizo con querer y que le pasó del puro enojo, pero aún así le demostré que no le tenía miedo y mucho menos respeto.

Puse mis ojos rojos también y lo miré sin pestañear.

— Mira quien habla de ser testarudo — alcé una ceja —. No te voy a ayudar, así que vete.

— ¿Por qué? — preguntó cabreado.

— ¡Porque no confías en mí! — grité —. Estoy harta de fingir que todo es perfecto entre nosotros como familia. Ni siquiera pareciera que pertenezco a esta estúpida familia.

— Sí confiamos en ti — frunció el ceño y suavizó su voz. Los ojos de vampiro ya no estaban y su cara era la de un padre preocupado —. Yo sí confío en ti.

Los Caídos #2- ElementalesWhere stories live. Discover now