Capítulo 14.1 - Sueños y pesadillas -

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El día comenzó de una forma muy extraña, Ethan se encontraba dormitando  en una habitación especial para él, en la enorme casa de los Azureblade. La noche anterior no pudo dormir, su mente era bombardeada por pensamientos sobre el rey de Celestia, los avatares y su infancia. Hasta ahora, era la primera vez que su infancia lo atormentaba, en sus días de mana hunter fueron pocas las veces que pensó en ello, y cuando lo hacía, no le afectaban de la forma en que en ese momento lo hacían. Salió hacia el balcón del segundo piso y se percató de las negras nubes que cubrían el cielo, eran cerca de las 4 A.D. (Antes de Drono), estaba lloviendo, las gotas le caían en la cara, cada una tan fría como la muerte, cerró los ojos y respiró hondo, se dio dos golpes suaves en la cara para poder reaccionar y regresar al interior.

Era una lluvia tranquila, no había relámpagos ni truenos, dentro de la casa había un silencio anormal, solo se escuchaban las gotas impactar repetitivamente contra el techo, las paredes y las ventanas. Los pasillos eran oscuros y fríos, solo una pequeña luz podía atravesar las empañadas ventanas. El chico caminaba lentamente y encorvado hacia su habitación para poder recuperar algo de sueño, ese iba a ser un día muy importante en el cual necesitaría de todas sus energías. Imbo seguía dormido. Al llegar a su espacio, se tiró a la cama como si no hubiese dormido por años.

-          Maldito insomnio– Susurra al intentar relajarse.

Cierra lentamente los ojos mientras poco a poco se queda dormido. Entonces los vuelve a abrir, una poderosa luz estremece sus pupilas, obligándolas a contraerse, coloca su mano enfrente para poder bloquear un poco de esta, ahí se dio cuenta, estaba nuevamente en Lanthas hace más de diez años, la sensación de aire fresco y la tranquilidad característica del pueblo le volvieron como un viento primaveral, se miró las manos y vió que eran pequeñas, sonrió y dos lágrimas calientes recorrieron sus mejillas. Comenzó a correr, saludando a todos los del pueblito, llegó a la casa de Red y entró, el pelirrojo se hallaba practicando sus poderes de fuego como de costumbre, el chico lo invita a jugar, Red acepta y sale con él, ambos van corriendo hacia la catedral mientras se ríen, pero poco a poco su paso es disminuido por el tumulto de gente reunida, tratan de pasar a la multitud y llegan al frente, ven como el sacerdote estaba hablando con unas personas en armadura, parecían estar discutiendo, Red le dice que salgan de ahí, pero él solo se acercaba lentamente, como si estuviese hipnotizado, pero es regresado a la realidad cuando una mujer da un grito desgarrado, él voltea y ve como uno de los hombres en armadura la estaba atravesando con una espada grande y brillante. El pelirrojo lo toma del antebrazo y lo jala indicándole que corra, él asintió con la cabeza y comenzó a correr. Delante de él estaba Red, quien guiaba el camino, a su derecha gente huyendo y siendo asesinada, a su izquierda hombres liberando su furia con poderosas llamas sobre las personas inocentes y sus hogares. Se disponía a voltear hacia atrás, pero su amigo le dice que no lo haga, él se quedó intrigado. Llegaron a la casa del pelirrojo, la mamá del mismo le dice que vaya a su casa con su madre, él asiente. Ahora corriendo solo, él se dirigía a su hogar, esquivando las llamas causadas por los hombres con espadas, giró la ultima esquina para llegar, pero ingrata sería su sorpresa cuando ve que su casa está en llamas también, él corre apasionadamente hasta llegar a la puerta, la cual por alguna razón dejó de arder, la abrió y vio como su madre era asesinada por los hombres de espada, estos estaban de espaldas, pero al oír el crujido de la puerta se voltean, él se dio cuenta que no eran humanos, dentro de esas capuchas que llevaban solo habían calaveras con ojos desorbitados, él se asustó y comenzó a correr, todo a su alrededor estaba en llamas, sus oídos eran inundados con gritos, unos eran insultos, otros blasfemias, los restantes eran ruegos por piedad. Él intenta huir hacia el bosque, pero algo lo toma del pié y lo hace caer, sus pequeños codos se raspan con el duro suelo mientras su corazón trataba de mantener oxígeno en su cuerpo, bombeando lo más rápido que podía. Volvió su mirada a lo que estaba sujetándolo, se dio cuenta que era su amigo, o lo que quedaba de él, su cuerpo estaba irreconocible con quemaduras de segundo y tercer grado, sus piernas habían sido cercenadas de forma salvaje, un ojo le colgaba mientras el otro estaba completamente lleno de sangre. Esa horrible visión hizo que él quisiera llorar. Entre jadeos, el que antes era su amigo, le dijo:

Arrasando con la Magia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora