42. Prioridades en blanco y negro

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Capítulo 42

"Prioridades en blanco y negro"

BLAISE

Lo último que habría querido era dejar a Izan y Samael solos, pero sus padres insistieron en que volviera con ellos. Dos noches antes, estaba sentado junto a Gideon y su familia, para la cena de despedida de su hermano antes de que regresara a la academia.

La llamada llegó antes de que pasaran al postre. Informó a Gideon de lo que pasaba con el mayor tacto del que fue capaz, él no era la persona más sutil al momento de decir las cosas.

O era blanco o era negro, no había más.

La expresión en el rostro de Gideon le indicó que, al menos esa vez y por gracia de a saber qué ser, no había sido el brusco insensible de siempre.

Pasaban los años y no entendía cómo es que Gideon, el chico fiestero, romántico, comprensivo y sincero al que conocía desde que eran niños, logró comprenderlo y se quedó con él a pesar del sufrimiento por el que lo hizo pasar durante años.

Sí, quien llamó su atención fue Samael, pero porque era imposible conocer a Samael como ellos lo hacían y no desear protegerlo. Gideon sentía lo mismo hacia su amigo. Él siempre fue el más callado, el que asentía y hacía lo que Samael decía, y Gideon estuvo ahí cada vez para apoyar a Samael, aunque no estuviera de acuerdo con sus decisiones.

Su relación con Gideon no tenía nada que ver con la resignación o con lo que todos solían pensar de ellos; Gideon era a quien amaba, a quien podía ver todos los días y aun así sentirse desesperado tras unos minutos separados.

De haberse encontrado en una situación como en la que se encontró Izan, habría hecho lo mismo, donde primero vio caer inconsciente a la persona que amaba, para luego sentir cómo la fuerza se le iba de los brazos y caía él mismo en la oscuridad, sin saber si sobrevivirían, si su amado lo haría.

Y tal vez él se habría vuelto un poco loco antes de por fin desmayarse. Dos días habían vigilado las habitaciones en el hospital. Dos días sus padres se encargaron de demandar a los Zebell y a los Allen. Esas cuarenta y ocho horas le sirvieron para comprender que su instinto protector ya no era solo hacia Gideon y Samael como antes, Izan era uno de ellos y a él también debía cuidarlo.

—¿Estás seguro de querer hablar con ellos? —preguntó William Dimitrov, uno de sus padres. El hombre de cabello cenizo esperó junto a Gideon en el hospital mientras él y el otro de sus padres, Charles Incanti, estaba con él en la estación de policía.

Temió que si abandonaba el lugar los padres de Riza lograrían sacarla de la cárcel, y él no iba a permitir que la mujer que envenenó a sus amigos saliera libre.

—Debo estar seguro antes de sugerirle a Izan que anule su adopción ­—explicó—. Los Zebell están esperando afuera del hospital desde esa noche, no sé si Gideon me ha contagiado de su sentimentalismo, pero eso me hace pensar que quizá no tuvieron nada que ver.

Sangre puraWhere stories live. Discover now