32. A mi novio no

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Hola, hola, feliz tarde gay🌈

¿Cuál es su animal favorito?

Prepárense para saber lo que pasó después del contraataque para Mara Blackhill.

Spoiler: Gideon y Blaise revelan sus secretos.

Advertencia de contenido meloso, pistas sobre el siguiente descenlace de la historia y un reencuentro que estábamos esperando...

Advertencia de contenido meloso, pistas sobre el siguiente descenlace de la historia y un reencuentro que estábamos esperando

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"Sus ojos serían lo único que recordaría si decidiera olvidar todo"

—Samael Blackhill

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Capítulo 32

‟A mi novio no"

SAMAEL

—Son idiotas —dijo él y se llevó a la boca la pajilla del vaso que sostenía con su mano derecha.

— ¡Sam!

Lo divertía la forma en la que los ojos de Izan lo miraban cada vez que soltaba un insulto (que para él no eran nada del otro mundo), como una madre religiosa escuchando a su hijo decir una maldición.

Se limitó a encogerse de hombros y tomar un largo sorbo de su bebida, un americano frío sin azúcar que había llegado para refrescarlo después de que ese día el clima decidiera amanecer caluroso.

—Creo que lo solucionarán —continuó Izan. A él le interesaba más la forma en que la camisa blanca del uniforme se amoldaba perfectamente a los hombros anchos del chico frente a él que lo que pasara con la curiosa (por no decir otra cosa) relación de Chase y Nik.

—Lo sabremos esta tarde, aún iré con Chase al salón de Artes.

— ¿En serio te perderás mi juego? —preguntó el hermoso chico de ojos azules por enésima vez.

Él comenzaba a sentirse algo culpable por negarse a ir.

—Sip —intentó no demostrar que, en caso de insistir, terminaría por asistir. Aunque odiara la idea de respirar en el mismo espacio que un montón de gigantes sudorosos y fanáticos exasperantes gritando, cuando solo se trataba de un tonto primer juego de temporada, ni siquiera era una final.

—Desalmado —murmuró Izan.

Él dejó de golpe su americano sobre la mesa y se cruzó de brazos, levantó el mentón y enarcó una ceja.

— ¿No es por eso que te gusto? —inquirió.

Izan no podía negarlo. Ambos se retaron con la mirada hasta que una risita se le escapó a Izan de entre los labios, y él se permitió embelesarse con el movimiento de la punta de su lengua, que se asomó para humedecer sus labios, y con los malditos hoyuelos que hacían acto de presencia cada vez que las comisuras de su boca se estiraban.

Sangre puraWhere stories live. Discover now